Señor de La Isla antes que Nazareno
El alcalde impuso la réplica de la medalla de la Corporación y entregó su bastón a la talla que despierta mayor devoción en la ciudad Miles de isleños asistieron a la proclamación de Nuestro Padre Jesús Nazareno como Regidor Perpetuo
Actualizado: GuardarSe demostró porque se le considera 'Señor de La Isla'. Miles de personas a su alrededor, todas las cámaras enfocándolo, el Gobierno municipal, el resto de hermandades y colectivos mostrando su respeto. Una talla nunca levantó tanta expectación y, por ello, Nuestro Padre Jesús Nazareno fue proclamado ayer Regidor Perpetuo de San Fernando. Un acto solemne en el que se mostró el fervor de la ciudad a una de sus imágenes más representativas. Un título que compartirá con la Virgen del Carmen, patrona isleña, que el 12 de octubre de 1955 fue distinguida como alcaldesa honoraria de la ciudad.
A las ocho menos cuarto de la tarde las puertas de la Iglesia Mayor se abrieron para que el paso del Nazareno comenzara su recorrido hacia el atrio de la plaza del Rey, lugar desde el que presidió una ceremonia impregnada por el sentimiento cofrade de las diferentes marchas tocadas por su banda, la que le acompaña cada madrugada del Viernes Santo. La marcha procesional de 'Jesús del Nazareno' y el 'Ave María' de Schubert fueron las encargadas de abrir el acto institucional para dar paso a los diferentes discursos.
Estrecha relación
«Dice la leyenda, que te encontraron en un baúl en el desaparecido Mesón del Duque, ese que fue lugar de caballerizas durante al asedio francés de 1810. Dice la leyenda, que el equipaje que dejaron abandonado, a prisa, dos viajeros italianos, fue entregado al cura de la iglesia Mayor y esa leyenda, verdad o no, sigue impregnando la devoción cañailla por los siglos de los siglos». Con estas palabras el impulsor de esta iniciativa, el cofrade José Moreno Fraile, describió el comienzo de la relación entre la imagen y San Fernando.
Lo cierto es que la talla fue una de las primeras en ser veneradas en la ciudad. Es uno de los pasos más seguidos de toda la Semana Santa y una de las imágenes que mayor culto tiene entre los isleños que no dudaron ayer en acercarse para abarrotar la plaza del Rey y volver a rendir culto al Nazareno. Un vínculo que se materializó ayer con la imposición por parte del alcalde, Manuel María de Bernardo, de la insignia de la Corporación, que es una réplica de la medalla capitular en miniatura, y del bastón de mando, los dos atributos que certifican la calidad de Regidor de la ciudad. «Han pasado ya quince años, cuando un hermano sorprendía a la Junta de Gobierno con una iniciativa que pronto acogimos con mucha ilusión, sin duda convencidos de que era algo de justicia. Tras aquella petición respalda por las firmas de miles de hermanos y devotos nazarenos, de cofrades de otras hermandades, de colectivos sociales, de personas y de devotos anónimos, el trabajo continuó», afirmó el hermano mayor de la Hermandad del Nazareno, Marco Antonio Serván, que ayer vio como el sueño se hacía realidad. Momento que también compartió el obispo de Cádiz, Antonio Ceballos.
La voz de la artista India Martínez, al interpretar el 'Padre Nuestro', tocó la fibra sensible de los presentes una vez pasados los nervios iniciales y con el Nazareno mostrando ya sus atributos como Regidor Perpetuo. «Jesús Nazareno, sigue siendo guía para todos los isleños e isleñas; que en el esfuerzo de cada día les acompañes en sus alegrías y sus desvelos, en sus ilusiones y esperanzas y seas para ellos su mejor Regidor», concluyó el discurso del alcalde.
Los cargadores volvieron a situarse bajo el paso para de nuevo prestar sus hombros para que el Nazareno desfilara por las calles del centro de la ciudad, tras casi hora y media de profunda devoción en un acto institucional plagado de elogios y recuerdos hacia la figura. Bajo el estrépito de los aplausos el Nazareno volvió a caminar bajo la atenta mirada de los fieles que lo acompañaron como ocurre cada madrugada del Viernes Santo, la conocida madrugada del Nazareno. Aunque en esta ocasión procesionó bajo la intensa luz de una luna ya veraniega.