Artículos

Un lugar donde exiliarse

Un país acaba de aprobar una ley de información inspirándose en los paraísos fiscales

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

España es un país lleno de nudos», me dice en Facebook mi amigo Montero Glez. Quienes escribimos fantaseamos con la idea de desanudar. Eso era el periodismo: desvelar abusos. Sin embargo, la trama político-económico-mediática está tejida a base de nudos prietos y opacos, rociados de almidón para que no se desmande ni un hilo. Habrá una disfunción múltiple del sistema y la víspera habrá que marcharse. El problema es ¿adónde? Toda Europa recorre la misma senda siniestra: los bancos, en busca del beneficio ilimitado, fueron a la quiebra; los Estados los salvaron con dinero de los contribuyentes; ahora los Estados están endeudados, y los bancos, lejos de devolver el favor, piden mayores intereses, mientras los mercados exigen la reducción del gasto público. Conclusión: con las pensiones se pagará el beneficio ilimitado de los bancos.

Europa no era esto. Europa era la razón y esto es un delirio.

De pronto, un pequeño país emerge como destino sugerente. Acaba de aprobar una ley de libertad de información -para proteger el trabajo de los periodistas y la confidencialidad de las fuentes- inspirándose en los paraísos fiscales, lo cual demuestra su inteligencia: puesto que no se puede poner coto, al parecer, a los privilegios del dinero, otorguémoselos también a los periodistas, para que al menos se vean los nudos de la trama. En ese país, un presentador de televisión afirmó hace unos meses que conocía información relevante de uno de los bancos nacionales, pero no podía revelarla porque lo llevarían a los tribunales: un nudo gordiano para el país, sin duda, pues su sistema financiero íntegro quebró en 2008, empobreciendo a todos los ciudadanos. Les sonará.

Su Parlamento, el más antiguo del mundo, estableció una comisión de investigación para deshacer otro nudo, el de la crisis, y saber quién la había propiciado. Eso solía ser Europa: querer conocer, no aceptar la superstición, la religiosa hace tres siglos, la económica hoy. El informe parlamentario atribuye a una cultura de desregulación, descontrol y riesgo la responsabilidad del colapso del sistema. El capítulo dedicado a la ética señala que los nudos del poder político y económico estuvieron fuertemente atados en los años del 'milagro económico'. También les sonará.

Actores y gentes del espectáculo leyeron durante días los nueve volúmenes del informe, en una catarsis colectiva que no les ha devuelto la riqueza perdida, pero ha oxigenado el ambiente y ha aflojado algunos nudos. Ese pequeño país es Islandia. Ahora que aquí nos echan la soga al cuello, allí se empieza a respirar mejor.