Celebración. Los jugadores de España felicitan a David Villa por su primer gol. :: REUTERS
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España, en compás de espera

Aguarda a Chile reforzada en sus argumentos y confiada en corregir su falta de pegada

POTCHEFSTROOM. Actualizado: Guardar
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Tras cumplir sus obligaciones ante Honduras, la selección española vive un compás de espera que se prolongará hasta el viernes, cuando el equipo de Vicente del Bosque juegue en Pretoria su decisivo partido ante Chile. Ese será el día del examen final, el de la prueba del algodón que medirá realmente el estado de la Roja y aclarará sus posibilidades en este Mundial de Sudáfrica. Hasta el momento, España ha transitado por un camino inesperado. La primera fase se suponía un paseo, pero tras el tropezón en el estreno todo cambió. El paseo iba a ser por el alambre, con la inquietud y las dudas que provocan los equilibrios sin red. De estas experiencias se sale descalabrado o reforzado, y hay que esperar a que a la selección le ocurra esto último, que la tensión le acabe de fortalecer como grupo y le haga todavía más fuerte.

Se hace difícil no extraer conclusiones positivas del partido ante Honduras. Cuando un equipo gana con claridad un duelo en el que sólo le vale la victoria, dispone de ocasiones para lograr una goleada de escándalo, sufre la actuación de un árbitro que le birla dos penas máximas y no concede una sola oportunidad al rival en noventa minutos, hay que ponerse muy puntilloso o tener muy mala intención para buscarle las vueltas y concluir que se ha equivocado de camino.

En este sentido, se hace imposible no notar un cierto tufo a intransigencia y fundamentalismo, cuando no a una total falta de elegancia, como es el caso de Luis Aragonés con sus rejones a destiempo en 'Al Jazeera', en las críticas que está recibiendo Vicente del Bosque por lo que algunos consideran una renuncia al estilo de juego de la selección. Son reacciones que retratan a las personas. A Vicente del Bosque, por ejemplo, es imposible imaginarle criticando hace cuatro años al ex seleccionador, cuando el sabio de Hortaleza se quedó haciendo el don Tancredo en Hannover y permitió que Francia remontara tirándole contrataques de manual a una defensa que, con 1-0 a favor, estaba dibujando líneas rectas a cuarenta metros de su portería. En fin.

El mismo estilo

Vicente del Bosque tiene razón cuando dice que no está modificando el estilo de España en lo sustancial. Y es que lo sustancial es ser un equipo que quiere el balón, un bloque que basa su estilo en el toque, en la posesión, en la calidad técnica de sus jugadores para combinar. Y 'La Roja' lo sigue siendo. Otra cosa diferente es que el seleccionador haya querido cambiar algunos matices en busca de un dinamismo, una versatilidad para alternar el juego en corto con los cambios de orientación y una velocidad que se habían echado en falta en algunos partidos, comenzando por el que se perdió en Durban contra Suiza.

El 'tiqui-taca' sólo tiene sentido con las revoluciones muy altas. Y está por ver si los jugadores de la selección han llegado al Mundial en las condiciones óptimas para practicarlo, para deslumbrar toque a toque, para alcanzar la excelencia ante rivales que le esperan metidos en la madriguera y se dejan el pellejo como hacen los equipos pequeños cuando juegan contra un grande. Y España es grande desde hace dos años. Antes, los rivales le daban más vidilla, más espacios. ¿Están en condiciones? Si pensamos en el cansancio que se le observa a Xavi, en el estado de forma de Iniesta, Cesc y Torres tras sus lesiones, y en las últimas prestaciones de Silva, desde luego no lo parece. De ahí que el seleccionador haya querido buscar un reactivo en forma de solidez en la medular con su pareja de medios centro, a la que ayer colmó de elogios, y de electricidad en la banda con Jesús Navas.

No parece un mal plan y se puede dar por descontado que Vicente del Bosque lo va a mantener en lo que resta de Mundial. Cree en él con firmeza. Ante Chile, de hecho, sólo hay un cambio a la vista respecto al once que jugó el lunes en el Ellis Park de Johannesburgo. Si Iniesta, como parece, acaba de recuperarse de unas molestias que lo son tanto en el muslo como en el ánimo, el de Fuentealbilla jugará en lugar de Navas, que ante Honduras hizo cosas buenas y otras no tanto. Alargó el campo, provocó un penalti y participó en la jugada del segundo gol. Pero también se ofuscó muchas veces con Izaguirre, un lateral rápido y con oficio, de esos que te dan muy mala vida. Ante Chile, que es un orfeón muy conjuntado, el ingenio desbordante de Iniesta se antoja un arma más efectiva que el aguijón del sevillano.

La mejoría de España, muy necesaria, hay que buscarla frente a la portería rival. Las estadísticas de la FIFA, a las que tanto alude el seleccionador, dan con la tecla del verdadero problema que ha tenido la Roja en este Mundial: su bajísimo nivel de eficacia de cara al gol. El desperdicio de ocasiones ha sido alarmante, impropio de un favorito indiscutible. España es, de largo, la selección que más ha rematado a portería y sólo lleva dos goles, una cifra mediocre. Echemos la culpa a la ansiedad, a la mala suerte y a la impericia de 'killers' tan contrastados como Torres, que todavía no han encontrado su instinto matador; todos ellos factores que bien pueden cambiar ante Bielsa y sus muchachos en un partido que decidirá si España pasa a octavos de final o hace las maletas y regresa a casa arrastrando un fracaso dolorosísimo. Casi nada.