Portugal acribilla a Corea del Norte con un festín de goles

El fútbol es tan caprichoso que Cristiano Ronaldo tuvo que romper su preocupante sequía con Portugal de forma rocambolesca, tras un control involuntario, mitad con la espalda y mitad con la cabeza, que le dejó el balón para empujarlo a portería vacía. Sonreía con ironía el madridista, que ya clamaba al cielo. No entendía que había hecho él para merecer esto. Hasta Liedson, nada más salir al campo, se había encontrado con un remate fácil mientras él se peleaba incluso con el palo.

Cristiano, negado ante el gol con el combinado dirigido por Queiroz desde hace casi dos años, desde un penalti transformado en un amistoso contra Finlandia en febrero de 2009, fue protagonista secundario de un partido pasado por agua y con lluvia de goles. Lo intentó siempre, estrelló una bala junto a la cruceta, pero tuvo la virtud de jugar para un equipo que, por cierto, mejoró sin Deco, lesionado en una cadera, y tuvo en el rojiblanco Tiago a su estrella. Ofreció pases geniales, como el que le sirvió a Meireles para derribar el muro norcoreano, y marcó por partida doble. El de Cristiano fue el sexto gol de Portugal, que aniquiló a los norcoreanos en la segunda parte y acaricia los octavos de final. La FIFA ha desmentido la 'desaparición' de cuatro jugadores asiáticos, pero no resultaría extraño que ahora se produjera una fuga masiva. Aunque el seleccionador, Kim Jong Hun, avanzó que no cabía esperar represalias políticas en caso de derrota, con el régimen de Pyongyang todo es posible. Y más después de un 7-0 tan humillante.

Bien hicieron los de Queiroz en no dejarse goles ante un 'ejército comunista' agotado después de resistir a Brasil. Sabían que precisaban ganar por una jugosa renta para dejar virtualmente fuera a Costa de Marfil. Para no pasar la primera criba, para quedarse en primera ronda, los portugueses tendrían que perder ante la 'canarinha', que los africanos venciesen a los asiáticos y que, además, enjugasen una diferencia de nueve goles.