Misión cumplida. Los integrantes del Drago Verde piensan ya en los proyectos del curso que viene. :: MIGUEL GÓMEZ
EDUCACIÓN. IES DRAGO (CÁDIZ)

Dragones verdes con demasiadas luces

Los alumnos implantan en las aulas hábitos contra la contaminaciónPARA PARTICIPAR:

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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«Los focos de la playa gastan mucho, y no hacen tanta falta. Además, cuando alguien va de noche quizás es porque no quiere que le vean. Tantas luces son inútiles». En el amor, como en la guerra, todo depende del cristal con que se mire. No importa si la misión es grande o pequeña, si supondrá cuantiosos beneficios o la sencilla satisfacción del granito de arena. Si el cristal con que se mira muestra la botella medio llena, la misión está cumplida. Y en la particular cruzada que el IES Drago ha emprendido contra el derroche energético. Los cristales, en sentido literal, son opacos.

«En este centro hay un problema atípico: tenemos demasiada luz natural; entra por las ventanas y se refleja directamente en las pizarras. Los alumnos no ven bien». Las discusiones en clase se libran entre los partidarios de bajar las persianas y encender la luz y los que no entran por el aro y buscan soluciones. «Todo era sube, baja, enciende, apaga. Así que colocamos unos plásticos traslúcidos, pero no funcionaban bien del todo. En una de las clases de segundo pusimos unas lunas rugosas, un tanto opacas. Si dan buen resultado pediremos dinero para cambiar todas las ventanas». Mientras, los protagonistas del programa Drago Verde improvisan un montaje para la foto, Yolanda Félix, profesora de Ciencias Naturales y coordinadora de la actividad, lamenta el excesivo consumo de recursos energéticos en el mundo desarrollado.

La huella ecológica

Claudio, Marceau, Tarik, Paco, Adán, Inca, Sofía, Javi, Nacho, Marta y Óscar miran al objetivo. «Una de las actividades ha sido calcular la huella ecológica de sus compañeros. En base a una serie de preguntas sobre los hábitos del día a día, llegaban a la conclusión de que si todos los habitantes de la Tierra gastaran lo mismo, necesitaríamos tres planetas para vivir. Esos mensajes terminan calando entre los chavales y si conseguimos aunque sea un mínimo de concienciación...». Una curiosa ilustración dibujada a mano, con la forma de gota verde preside el inicio de la escalera. «Es nuestra mascota. Hicimos un concurso al que se podían presentar todos los alumnos del centro y los componentes del Drago Verde eligieron al ganador. Nuestro objetivo es contagiar esa concienciación por proteger el medio ambiente».

Tres años después de su puesta en marcha, el caballo de batalla del Drago Verde es la separación de residuos. En todas las aulas hay papeleras para ello. «Le dije a Pindaro que les quitásemos las tapas porque a algunos les cuesta hasta apretar con el pie. Hay que insistirles una y otra vez». Paco no ceja en su empeño de propagar los buenos hábitos ni con sus superiores. «A veces hay que decirles a algunos profes que apaguen la luz».

Otros, como Sofía, traen la lección aprendida de casa. «Tenemos cuatro cubos de basura para plástico, papel, vidrio y orgánicos. Mi familia siempre ha reciclado y a mí me gusta pensar que estoy ayudando, aunque sea un poquito, a que haya menos contaminación».

Por amor al Medio Ambiente

El Drago Verde es una actividad voluntaria en la que participan unos quince alumnos de tercero de ESO. «En verdad no los tenemos cuantificados. No hay una lista oficial. Casi todas las reuniones son en horas de recreo, en algunas tutorías... No hay una lista oficial. Siempre son los mismos y como son muy serios, no es necesario ese control». Píndaro Martín, otro profesor implicado en el Drago Verde, se incorporó hace dos años al programa, que ha cumplido sus tres años de existencia con todos los honores: han resultado premiados por el certamen Consumópolis de la consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. «Tuvimos que superar una primera fase interactiva, mediante un programa informático, superar unas pruebas sobre consumo responsable y solidario». Después plasmaron en un álbum las fotografías que atestiguan sus actividades acompañadas de textos».

El premio no ha sido moco de pavo. Un ordenador portátil para cada uno, que ha supuesto una inyección de energía y motivación. «Y ahora hay otros muchos alumnos que se quieren apuntar. Algunos de los que empezaron y lo dejaron al poco tiempo se han arrepentido». Pero la convocatoria trasciende el ámbito autonómico porque esta actividad es promovida desde el Ministerio de Sanidad y Política Social del Gobierno. Ahora tendrán que medirse con institutos de toda España y demostrar que el nivel de concienciación medioambiental que existe en su centro y en Cádiz... Pero esto último no lo tienen demasiado claro. Quedan algunos flecos pendientes. «Hay algunas calles, sobre todo del centro, que no están tan limpias como deberían. Nosotros somos incapaces de tirar algo al suelo, pero hay gente que no es así». Y del tirón de orejas a los incívicos, a la recomendación para quien corresponda. «Sí, hay contenedores de plástico, papel... pero no de pilas. Al menos no suficientes. Hay que ir a un punto determinado y la gente lo tiene muy fácil para pasar. Da pereza ir hasta el paseo marítimo, así que lo más rápido es tirarlas a la basura».

Y en esta mesa de debate montada entre clase y clase en la biblioteca surgen los retos de cara al próximo curso. «Podríamos organizar recogidas de pilas y aceite y llevarlos a un Punto Limpio». «Y también montar un taller en el laboratorio y aprender a hacer jabón con el aceite».

Una obra sostenible, a escena

En el salón de actos ya está todo preparado para el estreno del musical que engrosa las actividades con motivo del final del curso. Interpretado en francés, su argumento es el de un desaprensivo gobernante que se dedica a propagar el malgasto energético sopena de tener que abandonar el planeta y marcharse a otro donde agotar también los recursos.

«El profesor de música planteó el texto teniendo en cuenta que hay otras actividades. Se trata de que exista una sinergía entre los compañeros y que los valores literarios y teatrales no se aíslen de los medioambientales». A Salvador Hernández, vicedirector del Drago, le corresponde también la autoría de esta coherencia transversal que preside la vida en el centro.

Sofía, que además de para el Drago Verde también trabaja entre bambalinas en el grupo de teatro, representa esta flexibilidad. Sus compañeros Óscar y Marta son actores más que consagrados del grupo de teatro Drago y han querido compartir con sus compañeros unos instantes de reflexión sobre sus valores de hoy. No debieran cambiar demasiado las cosas para que también fueran los del mañana.