Enciso abandona la cárcel de Albolote (Granada) el pasado 15 de junio entre familiares y amigos. :: EFE
ANDALUCÍA

De la celda a la Alcaldía

Juan Enciso retoma el mando de El Ejido tras pasar ocho meses en prisión y pagar 300.000 euros de fianza

EL EJIDO Actualizado: Guardar
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«El alcalde soy yo». Toda una declaración de intenciones con la que Juan Enciso (Almería, 1950) se presentó el pasado miércoles en el Ayuntamiento de El Ejido para demostrar que hace falta algo más que ocho meses de cárcel para que dimita. Hacía menos de 24 horas que había pagado los 300.000 euros de fianza para abandonar la cárcel de Granada, en la que ha permanecido desde que en octubre fue detenido por su implicación en un caso de corrupción. Y pese a que sigue imputado por seis delitos, se aferra a la presunción de inocencia para seguir amarrado al bastón de mando.

En octubre de 2009, la Policía Nacional irrumpía en el Ayuntamiento y en la sede de la empresa mixta Elsur, responsable de gestionar los servicios municipales y que subcontrataba dichos trabajos a sociedades creadas por los amigos del alcalde. Eso sí, tras inflar oportunamente las facturas hasta el extremo de pagar 2.100 euros por reparar una loseta en la plaza mayor.

Acababa de destaparse la mayor trama de corrupción del Poniente, que habría malversado más de 100 millones en seis años. Y Enciso, alcalde de El Ejido desde 1991, era detenido con otras 19 personas acusado de supuestos delitos de blanqueo de capitales, cohecho, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y falsedad documental.

Al estilo Gil

Por mucho que se empeñe en repetir que es inocente, la permanencia de Enciso no contribuye a alejar las sospechas. Esta actitud, según señalan en El Ejido, responde a la esencia populista de la que se ha rodeado y que se ha articulado en una trama de favores, según la oposición. «El pueblo me puso y será el pueblo el que diga si quiere que continúe».

Juan 'el Chato' es un empresario enriquecido gracias a los invernaderos. Un paraíso donde no es extraño ver mansiones construidas con más dinero que gusto o potentes deportivos. En ese ambiente de ricos agricultores, destacaba la figura de Enciso, una versión rústica de Jesús Gil que rápidamente se ganó el favor de sus vecinos y, con el PP, logró una mayoría absoluta tras otra desde 1991 con un discurso que, como se comprobó en los incidentes de 2000 -cuando hubo tres fallecidos a manos de magrebíes- tenía tintes xenófobos.

Este apoyo le envalentonó. El que celebraba su triunfo local con fotos de Aznar creyó que podría ser también el partido y junto a su mano derecha, José Añez, lanzó una ofensiva para hacerse con el control de la agrupación provincial, en manos de otro peso pesado del PP local, Gabriel Amat. La apuesta le salió mal, pero Enciso no se dio por vencido y, como hiciera el ex presidente del Atlético de Madrid, fundó su propio partido, el PAL, que no perdió tirón. Incluso se alió con el PSOE para arrebatar la Diputación de Almería al PP.

Sus otrora aliados se desgañitan ahora pidiendo la dimisión y lamentando su falta de ética. Pero el alcalde hace oídos sordos y se mantendrá en el cargo hasta que una sentencia firme lo inhabilite.