DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSEL HAMBRE Y LOS MUSEOS

Es digno de elogio el esfuerzo titánico que realiza la Delegación de Cultura para hacer lo que puede con las migajas presupuestariasLa Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Entre el abanico de recortes que ha impuesto el Gobierno central antes de que el país y las próximas generaciones se vayan a tomar viento, llama mi atención una de la que apenas se ha hablado. Probablemente, cuando nos tocan el sueldo, nos congelan las pensiones o sencillamente nos ponen de patitas en la calle, a nadie le importa un pimiento nada que tenga que ver con la cultura.

Sin embargo, como de todo lo anterior se está hablando machaconamente las 24 horas del día en prensa, radio, televisión e internet; y mi intención es aburrirles lo menos posible, me he propuesto invitarles a hacer una reflexión sobre la influencia de la crisis en otros ámbitos que van más allá del perímetro de nuestros bolsillos. Oí la noticia en la radio: «El Ejecutivo ha decidido, por otro lado, recortar notablemente el presupuesto de los museos para los próximos años».

El locutor lo contó de soslayo, de hecho, apostilló el asunto con un comentario en el que daba por sentado que este tema tampoco tiene tanta importancia. La cuestión es que habrá menos dinero para la organización de exposiciones, restauración de obras de arte, ampliación de las colecciones, programación cultural.

.Quizá tenía razón el locutor de la radio y esto no importa un bledo, o, al menos, no ahora con la que está cayendo ahí afuera. Sin embargo, servidor se quedo un poco turulato tras escuchar aquel informativo radiofónico. Mi primer pensamiento fue sobre el cambio que la economía está imprimiendo a la sociedad española.

Cuando las cosas van tan mal, es como la ley de la jungla, primero nos preocupamos de comer hoy y después de lo que vamos a comer mañana, y a lo demás que le vayan dando. ¿Se imaginan la que se habría formado en este país en otros tiempos si un Gobierno le mete la tijera a la cultura? Almodóvar, Gran Wyoming y Pilar Bardem habrían tardado minuto y medio en ponerse tras un pancarta, pero ahora no. Ahora parece que las penurias económicas han relegado este tipo de cuestiones al cuarto de los ratones de las preocupaciones nacionales.

Por tanto, primera conclusión: el hambre adormece las conciencias incluso de los que no pasan hambre. Después de todo esto pensé en Jerez, donde la crisis nacional hay que sumarle como bien saben la absoluta descomposición económica del Ayuntamiento. Es digno de elogio el esfuerzo titánico que realiza la Delegación de Cultura para hacer lo que pueda con las migajas presupuestarias que le van quedando. Y se consiguen cosas gracias también a la colaboración de otras administraciones como la Junta de Andalucía, que nos ha devuelto restaurado esta semana el Libro de Repartimiento de Casas y Heredades de Jerez, algo así como la carta fundacional de la ciudad, en la que los cristianos hacían reparto del territorio tras la expulsión de los musulmanes. Pero volviendo a los museos, tenemos que reconocer que la oferta en Jerez es pobre de por sí.

Los de La Atalaya, dedicados al vino y al tiempo, se están muriendo de pena. Sólo hay que ver el número de visitas y los problemas laborales de sus plantillas. El proyecto del museo de la ciudad duerme el sueño de los justos esperando que un milagro divino lo rescate de los cajones.

Y, lo más sangrante, el más atractivo e interesante de nuestros museos, el arqueológico, lleva cerrado tanto tiempo que ya hemos perdido la cuenta, que ya hay gente en Jerez que no recuerda que en la plaza del Mercado había un museo.

El viernes, sin embargo, se inauguró un espléndido edificio -una bodega restaurada en la que el Ayuntamiento se ha gastado el dinero que no tiene- que va a albergar el Museo Belenista. Con todos los respetos para los amantes de los belenes, ¿no era suficiente con las exposiciones que se organizan en Navidad? ¿Tendrá visitas un museo dedicado a nacimientos en meses como mayo, abril, junio, julio, agosto, septiembre.? ¿Hay público para ello? Y, por último, ¿no habría sido mejor arreglar el Museo Arqueológico y no poner en marcha uno cuyas expectativas son, bajo mi humilde punto de vista, algo escasas? Es mi opinión. No obstante, me alegro por los belenistas y les deseo que disfruten de su museo.