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UE: del sueño a la pesadilla

Su envidiable seguridad en sí mismo, le permite a Zapatero legitimar una cosa y la contraria sin el mayor esfuerzo

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Se acabó lo que se daba. La más grande ocasión que vieron los siglos, la conjunción astral del progresismo trasatlántico, o sea, la presidencia española de la Unión Europea, se cierra sin que los terrícolas de a pie hayamos podido adquirir plena conciencia de la magnitud de lo que ante nuestros ojos sucedía.

Si la pereza viajera de Obama nos privó de la cumbre EE UU-UE y otras dificultades nos han dejado sin cumbre euromediterránea, ello es casi lo de menos. Una cosa no podemos discutir: a lo largo de estos meses España ha ocupado más portadas de los medios internacionales que en cualquier otro período de los últimos años. Para desgracia nuestra. Porque han sido seis meses de sobresalto en sobresalto, en los que bastante ha sido capear la tormenta financiera que se ha cebado en nosotros, convertidos de nuevo en el enfermo de Europa, intervenidos de facto por la Unión Europea, que nos ha llevado la mano para hacer unos deberes que, obstinadamente, Zapatero se venía negando a reconocer como propios. Al final, de golpe y a rastras, no ha habido más remedio que hacerlos.

Desde luego, lo que no puede negarse es lo que va de ayer a hoy, lo que han cambiado las cosas en estos meses, en particular en los dos últimos. Una tras otra, han ido cayendo las líneas rojas que Zapatero juró que jamás cruzaría: quien nunca usaría del 'decretazo' como arma política se ha visto forzado a tragar dos tazas del caldo maldito. Quien nunca abarataría el despido, lo ha abaratado por partida doble. Quien jamás congelaría el sueldo de los empleados públicos, lo ha recortado. Quien siempre sería el adalid de los pensionistas, les ha congelado sus pensiones por vez primera en la democracia.

Para sus irreductibles partidarios, Dios los bendiga, la muerte de ZP el Justiciero ha alumbrado a José Luis II el Reformista. Yo, sin embargo, encuentro más bien alguna línea de continuidad en la conducta de Zapatero 2.0 con su desempeño anterior: de la ruina de sus promesas surge el Zapatero Superviviente. Si ayer era A y hoy toca B no ha cambiado Zapatero, sino los elementos. Y el que no lo vea es que no entiende nada. Sobre todo, no entiende a Zapatero, cuya envidiable seguridad en sí mismo le permite legitimar una cosa y su contraria sin mayor esfuerzo.

Él mismo nos lo ha demostrado en su despedida como presidente de la Unión. Amparado en su experiencia, se ha permitido aconsejarle al novato Cameron que haga todas las reformas necesarias de golpe y cuanto antes. El rey de la procrastinación metiendo prisa al colega. Una tortuga reumática diciéndole a Usain Bolt que corra más aprisa. Consejos vendo, que para mí no tengo. Y más contento que unas Pascuas se ha vuelto para casa, no sin antes encargarle a Moratinos que nos recuerde que la presidencia ha cumplido «el 100% de sus objetivos». Pues eso.