Preocupación moderada
El mentís unánime a los negros presagios sobre España no puede atenuar el ajuste
Actualizado: GuardarLas declaraciones del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, tras entrevistarse con el presidente Rodríguez Zapatero, concedieron ayer a la economía española una nota apreciable de credibilidad, precisamente al día siguiente de que el Consejo Europeo hubiese avalado el esfuerzo que nuestro país está realizando para enderezar sus cuentas públicas. Pero si los peores rumores respecto a un eventual rescate de nuestras finanzas parecen haberse disipado de pronto se debe sin duda a la transparencia que va a suponer la publicación de los test que evalúan la situación en que se encuentran las entidades bancarias. El hecho de que oficiosamente se haya dado a conocer que el Santander y el BBVA encabezan el 'ranking' de la entereza financiera a nivel europeo no sólo acalla las invectivas foráneas sobre la salud de nuestro sistema bancario, sino que devuelve a los españoles, y en especial a las empresas y a las propias instituciones, buena parte de la confianza perdida. Junto a esto, la distensión experimentada en la tramitación parlamentaria de la reforma laboral permite pensar en que el debate sobre las perspectivas económicas pueda abandonar el encono de la liza partidaria para encaminarse hacia un clima más constructivo y unitario. Strauss-Kahn llegó a decir ayer que «Zapatero está asentando las bases para dos décadas de crecimiento», lo cual sería un deseo compartido por toda la sociedad. Pero tan perniciosas como las sombras inducidas por rumores más o menos interesados se volverían las repentinas muestras de optimismo a las que puede dar lugar este alivio momentáneo. Porque junto a la moderación de la inquietud reinante, a la que ayer nos invitaba el director gerente del FMI cuando recordaba que Alemania y Francia soportan un mayor nivel de endeudamiento que España, se suceden noticias que invitan a la preocupación, como las consignadas por el Banco de España en su informe sobre la morosidad que afecta a las entidades financieras, que en un año ha aumentado un 20% hasta alcanzar los 100.000 millones de euros para el conjunto del sistema. Un lastre nada desdeñable tanto por su cuantía como por sus efectos sobre la restricción crediticia en unos momentos en los que las perspectivas de reactivación pueden resentirse a causa del reajuste público.