PAN Y CIRCO

«YA CONOZCO LA MUERTE»

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Con la tristeza que inexplicablemente le embarga a una cuando 'pierde' a un ser admirado, parto hacia Carranza para vivir la última jornada de Liga. Al igual que el Cádiz, José Saramago llevaba tiempo, unos años ya, con malestar físico. Dicen que al portugués le ayudaban mucho las manzanas asadas, al conjunto cadista, el aliento incondicional de la grada. El 15 de junio del 2008, el cadismo ingresó en la UCI. La situación era de riesgo absoluto pero nuestro inconfundible buen humor nos ayudó a sobreponernos. Contaba el propio escritor que el humor con el que se comunicaba con los médicos le sorprendía y le emocionaba al mismo tiempo. El Premio Nobel había escrito años atrás que «la muerte era una presencia física, tangible. El personaje de la muerte pasó de lo invisible a lo visible. No era un juego. Venía para llevárselo. Pero él no estaba conforme. Una parte de su cuerpo sí parecía resignada. Aceptaba la crisis». Lo mismo le sucedió al equipo de mis amores. Al principio se acobardó, creyó que era el final y que no sobreviviría en el infierno. Dos días después de abandonar el hospital, el luso agradecía que la muerte no se le hubiese llevado.

Dos meses después de bajar a Segunda B, el corazón amarillo siguió latiendo con fuerza y la mente, durante un período insuficiente. El enfermo no se ha recuperado, hemos recaído y volvemos a estar en la cuerda floja, ahora todavía más fina. Los amigos y familiares se preparan para el momento para el que nunca nadie está preparado, por mucho que te preparen.

Por desgracia a los cadistas la situación de hoy ya nos suena de épocas pasadas, no muy lejanas. Saramago llegó a pedir un día que no le hablaran de la muerte porque ya la conocía. No me hablen de fracasos porque ya los tengo más que sufridos.