Petrovic (d) e Ivanovic celebran la victoria ante los germanos. :: AFP
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Se impone el orgullo serbio

La expulsión de Klose y el penalti fallado por Podolski fueron las claves en el estreno mundialista del árbitro Undiano Mallenco Los de Antic se fortalecen tras superar a Alemania en un gran partido

PORT ELISABETH. Actualizado: Guardar
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Era cuestión de vida o muerte. Había avisado el alto mando del banquillo serbio que era obligado plantar una batalla sin complejos al ejército alemán, y sus soldados cumplieron las órdenes a rajatabla. La selección de Antic se presentó moribunda pero salió con una salud de hierro de Port Elisabeth tras superar a los tricampeones del mundo en un choque marcado por la expulsión de Klose, pasada la media hora, y el penalti fallado por Podolski en la segunda mitad.

Un castigo máximo fruto de la inocencia de Vidic. El veterano central del Manchester emuló a su colega Kuzmanovic, a quien Antic brindó la titularidad para que se resarciera de la mano que costó la derrota ante Ghana. Vidic repitió la jugada pero Podolski, que vivió la peor tarde que se le recuerda en el remate final, permitió al portero Stojkovic salir como un héroe de la costa sudafricana.

Los teutones se las prometían muy felices tras golear a Australia pero ahora tendrán que jugarse la supervivencia ante Ghana en una jornada final de infarto. Culpan al navarro Undiano Mallenco, que cumplió a rajatabla el reglamento, pero bien harían en hacer autocrítica y advertir al delantero de origen polaco que estas niñerías cuestan un campeonato. Con una tarjeta, no tiene sentido jugarte la segunda al entrar por detrás en el centro del campo. Luchaba por el balón pero el ariete, suplente en el Bayern de Olic, llegó tarde.

Hubo que esperar ocho días de Mundial muy anodino, y por momentos desequilibrado, pero mereció la pena. Balcánicos y teutones ofrecieron un enorme espectáculo, un duelo de ida y vuelta, de alto voltaje y ritmo endiablado.

Los serbios demostraron por qué las quinielas les atribuían el papel de equipo revelación. Jugaron con alegría, velocidad, desparpajo, y mucha ruptura por banda. Krasic, el rubio extremo del CSKA de Moscú, penetró como nadie entre las filas enemigas. Fue una pesadilla para Badstuber y dio el centro del golazo de Jovanovic, previa dejada de cabeza de Zigic. Una diana tan importante que el interior del Standard de Lieja se volvió loco. Corrió y saltó incluso al pequeño foso que separa el campo de la grada.

Krasic y Jovanovic, dos de los jugadores emergentes a los que Antic rogó que se olvidaran del móvil y de los agentes y se centrasen en el Mundial, destacaron en un equipo con mayúsculas pero con ciertas lagunas defensivas imperdonables.

Con un planteamiento valiente, que por otra parte era inevitable, anularon al 'turco' Özil y a Müller, los dos jóvenes que ofrecen talento a esta 'Mannschaft' que combina la marcha militar y el vals. Perdió esta vez pero siempre dieron la sensación de que podían empatar pese a jugar una hora con uno menos. Es cierto que Serbia estrelló dos balones en los palos en la segunda mitad, merced a un gran disparo de Jovanovic y un notable cabezazo del ariete del Valencia, pero el gol del empate siempre rondó la portería de Stojkovic.