Evocando a un padre singular
Actualizado: GuardarEl 24 de junio hubiese cumplido 100 años. Alfonso Aguirre Durán, maestro de la institución de F.P. Virgen del Carmen de Puerto Real, fue esa labor de tantas como cultivó la que más satisfacciones le aportó, al inculcar su magisterio a innumerables alumnos que luego ocuparon importantes cargos. Ellos generosamente le expresaron su gratitud. Al saludarle sus alumnos, él decía: «Gracias por lo de maestro, pero maestro sólo hay uno». Siempre dio la cara por ellos. Su íntegro carácter le hizo protagonista con otros 3 compañeros de una huelga en la Institución en 1958, de amargas vicisitudes pero de la que salió reforzado. Siempre se sintió feliz de que sus trabajadores padres les escolarizaran a él y a su hermano Paco en la Escuela La Salle de Puerto Real. Etapa muy grata en su vida, sólo superada por su noviazgo y matrimonio de más de 70 años, con el amor de su vida, Mª Josefa Cabezas Macías, cuyo fallecimiento no pudo sobrellevar, dada su sempiterna unión. Mi padre, Alfonso Aguirre Durán, perteneció a la Agrupación Artística y Cultural; durante la fratricida guerra de 1936, padeció por los golpistas y allegados ignominiosas situaciones. Pero la amistad prevaleció por encima de adversas ideologías, aunque rechazando en todo momento la «camisa-salvavidas». De estos y otros años nunca alardeó, sufriendo la pérdida de muy buenos amigos. Mis padres nunca hicieron excepción de personas, fueron amigos por igual de librepensadores o católicos. Proclamada «la victoria», que no la paz, no quiso saber nada de política, gran lector y filatélico, desempeñó actividades sociales y culturales, fue presidente del Círculo Recreativo local y del Puerto Real C.F., desde la sencillez y nulo afán de protagonismo en él habitual, gozando del sosiego hogareño y de sus nietos y bisnieto.