Opinion

Reforma mejorable

La propuesta laboral del Gobierno va en la buena dirección pero se debe avanzar más

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El Gobierno aprobó ayer el decreto-ley de reforma laboral con algunos leves retoques al alza -abarata también el despido de los contratos indefinidos e introduce más amplitud en las causas objetivas de reducción de plantilla por empresas en pérdidas- y excluyendo del cuerpo normativo el 'modelo austríaco' -el fondo personal de cada trabajador- que será objeto de una ley distinta. En líneas generales, sin embargo, la norma parece ajustarse a los criterios anunciados la pasada semana, que avanzan indudablemente en la dirección correcta, aunque quizá no profundicen lo suficiente en el sentido estructural del cambio que debe producirse. Así por ejemplo, se ha avanzado poco en el camino hacia el contrato único para reducir la temporalidad y no se han colmado las necesidades de descentralización de la negociación colectiva. Dicho esto, es sin embargo evidente que la norma constituye una herramienta útil para animar el deprimido mercado laboral español y para infundir cierta dosis de confianza en los mercados, que miran atentamente nuestra capacidad de reacción ante la crisis. En consecuencia, lo razonable es que el decreto, que hoy mismo aparece publicado en el BOE si se cumplen las previsiones de la vicepresidenta Fernández de la Vega, reciba el margen de confianza parlamentario que requiere su convalidación la próxima semana. No sólo porque nuestra pertenencia europea nos obliga de forma inaplazable a tal modernización -Bruselas nos lo exige- sino también porque, al tramitarse el decreto como ley ordinaria, las fuerzas de oposición tendrán oportunidad de contribuir a elaborar un marco estable y definitivo de relaciones laborales, ya más depurado y con el consenso suficiente para asegurar su duración en el tiempo. La expectativa de esta tramitación podría servir también para convencer a los sindicatos de que lo realmente constructivo en esta hora de dificultad es continuar efectuando aportaciones a la norma en vez de adoptar medidas de presión contra un decreto a fin de cuentas provisional. La crisis no se mitigará con gritos sino mediante un gran esfuerzo de razón y de voluntad.