Las máquinas expuestas en 2005, antes del cierre del museo. :: LA VOZ
Sociedad

El litográfico, por fin, se reabre al público

La bóveda de San Roque acoge una de las mayores muestras de piedras, máquinas y pruebas de imprenta de toda España El lunes se inaugura el remodelado museo tras cuatro años de obras, retrasos y alguna polémica

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Son ya cuatro años los que llevan esperando para formar parte de un museo casi único en España. Fueron guardadas para habilitarle un espacio más digno a su potencial y grandeza. Con su redescubrimiento sentarán, además, la base de un entorno rediseñado para mostrar a la ciudadanía el esplendor de épocas pasadas. Cuando se clausuró, el Museo-Taller de Antiguas Litografías Müller, era el menos visitado de la ciudad. Necesitaba más que un lavado de cara. Y se contó desde el principio con una ambiciosa inversión, 500.000 euros procedentes del Cultur Cad, una nueva estructura y los mismos habitantes: el millar de piedras litográficas y la maquinaria, engrasada en esta ocasión, como novedad, para formar parte de un taller experimental.

Por fin, el próximo lunes, reabrirá el recinto situado en el sector de las murallas de Puerta Tierra más cercana al baluarte de San Roque y la playa de Santa María del Mar. En estos cuatro años de obras, realizadas en tres fases diferenciadas, el objetivo principal ha sido el de dotar al edificio de un recorrido, darle coherencia al material que a mediados de los 80 vendió la familia Müller al Ayuntamiento de Cádiz. La primera partida, (1988) constaba de ochocientas piedras litográficas, dos prensas litográficas manuales, dos máquinas litográficas planas con motor, utensilios litográficos diversos, una mesa para dibujar piedras, una máquina manual grabadora de líneas, tres pantógrafos, una prensa de timbre y una prensa para papel de madera. En 1994 se produjo otra venta, en esta ocasión de menor tamaño. Ese mismo año se inauguró el museo con el nombre inicial de Centro Litográfico Andaluz (antigua Litografía Müller).

La actuación en las bóvedas no obedeció a su estado, sino más bien a las deficiencias existentes en cuanto a la distribución y comunicación de espacios, instalaciones y acabados. Se ha ganado sobre todo en amplitud y en una ruta de movimiento lógica.

Los mil metros cuadrados con los que cuenta el edificio se han dispuesto de la siguiente manera: la puerta de entrada está situada en una zona más cercana a la acera. Tras acceder al interior, se topa con la primera planta, en la que se encuentran las tres primeras bóvedas. En ellas se encuentran colocadas las vitrinas con las piedras litográficas, se exhibe maquinaria auxiliar de litografía y muestra otro tipo de originales. En la planta baja se ha habilitado el taller propiamente dicho, con dos salas, una dedicada a la litografía industrial y otra a la tipografía tradicional.

A vueltas con el nombre

A pesar de las bondades del proyecto, el camino hasta llegar al 14 de junio ha sido largo y polémico. Durante el primer trimestre de 2006 comenzaron los trabajos. La primera fase, la de adecuación y ampliación de las bóvedas, deberían haber durado cinco meses, pero se alargaron hasta el 2009. El centro, situado en la antigua Casa del Niño Jesús, debía entonces ser sometido a la fase de equipamiento. El Ayuntamiento, a través del concejal de Cultura, Antonio Castillo, aseguró que muy probablemente se abriría a principios de 2010. Pero volvió a retrasarse. Hasta esta semana, cuando al fin anunciaron la apertura definitiva.

En todo este tiempo se han preparado y editado los folletos explicativos con los que, a priori, se intenta acercar a la ciudadanía al contenido del museo. Son dos. Unos dípticos promocionales servirán para dar conocer la información sobre el equipamiento cultural, la historia de la litografía y su presencia en Cádiz.

El otro, explicará las cuestiones relativas al taller de litografía experimental. Precisamente, ésta ha sido una de las preocupaciones de los familiares de Ángel Müller Márquez, fallecido en 1992. El de ver cumplido el sueño de que las máquinas volvieran a funcionar y no convertirse en 'momias' de un museo estático.

Los cuatro años de demora han servido también para alimentar el miedo de la familia sobre la posible sustitución de la denominación original del museo. El mismo concejal de Cultura tuvo que salir al paso el último octubre con unas declaraciones ante la prensa: «nunca se ha barajado cambiarle el nombre ni eliminar el apellido Müller de su denominación oficial», aseguró.

Lo único que hasta ahora se ha podido comprobar, a falta de la inauguración oficial del lunes, ha sido la entrada. En ella se observa que la promesa ha sido cumplida, al menos de puertas para fuera. El resto de lo s secretos y novedades, pasado mañana a partir de las 19 horas.