Perros
Albergo la sospecha de que existe una escalofriante conexión entre el cerebro del pitbull y el del amo
Actualizado: GuardarEncantadoras criaturas. Los seres humanos podemos llegar a amar mucho a los perros. Aunque, por otro lado, un amor excesivo puede resultar muy lamentable, no es ningún secreto. Pero bueno. Del mismo modo que nos proyectamos en nuestros políticos, nos proyectamos en nuestros perros. Los mimamos, los martirizamos, los manipulamos hasta la humillación. Los hacemos a nuestra imagen y semejanza. De modo que, admitámoslo, ni unos ni otros tienen la culpa de haber caído tan bajo. Hay gente que viste ridículamente a sus perros y les pone lazos, perfume y otras cosas. Hay quien los lleva a la peluquería y les da bombones y champán. Hay pañales para perros, antidepresivos para perros, todo tipo de servicios de lujo para mascotas. También hay cementerios de perros y animales de compañía en cuyas lápidas llegan a grabarse algunos epitafios ligeramente patéticos. Y hay personas que legan su herencia al perro. Y matrimonios que al divorciarse disputan judicialmente por la custodia del perro. En fin. Los perros han asimilado y se han amoldado tanto a los seres humanos que pueden llegar a ser tan estúpidos como ellos. Pero luego están los perros brutales, claro. Los adiestrados para la violencia. Es cierto que cualquier perro puede ser adiestrado para eso. Y me consta que no es difícil hacerlo, si el instructor es lo suficientemente desalmado. Pero no todas las razas de perros disponen, por decirlo así, de la misma dotación mandibular. Esta semana un pitbull mató a mordiscos a un niño de cuatro años en su propia casa. La semana pasada, una niña de seis años recibió más de 50 puntos de sutura en cara y cabeza por el ataque de un pitbull. Y el mes pasado, murió un bebé de menos de dos años tras ser atacado por el pitbull de su padre. Las personas que defienden a los pitbulls suelen argumentar que se trata de casos aislados y que hay mucha más gente que muere en accidentes de tráfico. Vale. Al final, es inevitable preguntarse: ¿A qué clase de personas les atraen (y por qué razón, ojo) esta clase de perros? Hay majaderos que exhiben a su pitbull como quien exhibe un arma. Y fíjense, no hay nada más pavoroso que un imbécil con un arma. Se le puede ocurrir cualquier cosa. En un par de segundos te sobran décimas para analizar la mirada obcecada del 'pitbull' y a continuación la del dueño, y llegar a la conclusión, como temías (porque la vida es así, amigos, asquerosamente previsible, muchas veces), de que hay algo en ambas que emerge a duras penas del mismo pozo séptico. Siempre he albergado la sospecha de que existe una escalofriante conexión entre el cerebro del pitbull y el cerebro del amo. Hay que tener mucho cuidado con la concesión de licencias de armas. Del mismo modo, hay que tener muy claras las intenciones de los dueños de pitbulls. Esos bichos pueden ser terribles.