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China da la espalda a Ahmadineyad en Pekín

PEKÍN. Actualizado: Guardar
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«Un trozo de papel sin valor alguno». Así volvió a calificar ayer Mahmud Ahmadineyad, presidente iraní, la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU por la que se aplicarán nuevas sanciones a su país. Y lo hizo en un escenario inaudito: la Exposición Universal de Shanghai, en la que se celebró el día de Irán. Pero China no debe pensar lo mismo.

A pesar del ambiente festivo de su pabellón, el dirigente persa no se citó con ningún líder del país anfitrión y los medios de comunicación chinos pasaron de puntillas por una visita que, en cualquier otro momento, habría abierto todos los boletines de noticias. Dos hechos que han disparado las alarmas. ¿Es sólo consecuencia de los diferentes viajes oficiales que llevan a cabo los mandatarios del Gran Dragón, o responde a la tensión creada por el sorprendente apoyo de China a las sanciones aprobadas el miércoles?

Ni el gigante asiático ni Irán arrojaron luz sobre esta pregunta, pero es evidente el creciente distanciamiento entre los dos aliados. El desaire coincidió con la adopción, a 5.000 kilómetros de distancia, de una regulación que impide el ingreso de Irán en la Organización de Cooperación de Shanghai, una institución que vela por la seguridad y la cooperación en la región de Asia Central y que celebró su cumbre anual ayer en Taskent, capital de Uzbekistán. Ahmadineyad estaba invitado, pero en el último momento el presidente se decantó por visitar la Expo.

Porque allí sí que estaba el presidente chino, Hu Jintao, que, junto a su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, votó a favor de la normativa que regula el ingreso de nuevos miembros en esta organización que incluye, además de a China y a Rusia, a cuatro repúblicas ex soviéticas.