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Condenados a la nada
Aunque fueron de menos a más, el desfondamiento físico de los galos les impidió aprovechar la superioridad numérica Francia y Uruguay se neutralizan en un grupo presidido por la igualdad
CIUDAD DEL CABO. Actualizado: GuardarFrancia y Uruguay empataron anoche sin goles en el segundo partido del grupo A de la Copa del Mundo de Sudáfrica, disputado en el estadio Green Point de Ciudad del Cabo. Las dos selecciones, que se nivelan con México y el conjunto anfitrión en una liguilla presidida por la igualdad, se neutralizaron en un choque equilibrado de estilos que sólo tuvo principio y fin pues el resto fue una ofrenda de la ineficacia a la eternidad.
Condenados a la nada, sudamericanos y europeos repitieron el marcador de su última justa mundialista de 2002, cuando el fracaso les despidió de Corea y Japón. Los uruguayos llevan 40 años sin ganar en una fase decisiva de la Copa del Mundo y los franceses no se reconocen en el espejo de quienes han jugados dos de las tres últimas finales.
Los pupilos del crepuscular Domenech fueron de menos a más y el desfondamiento físico les impidió aprovechar la superioridad numérica de la que disfrutaron en el tramo final por expulsión del joven e inexperto Nicolás Lodeiro, recién ingresado en el terreno de juego.
La baza cantada en el librillo del maestrillo Oscar Washington Tabárez, que siempre opera el cambio de Nacho González por el impulsivo capitán del Ajax, se le volvió esta vez en contra cuando la fatiga había apagado hacía un siglo las 'lumieres' de los franceses. Por fortuna, Abreu empleó su alocada cabeza para despejar la bola de partido mal ejecutada por Henry en el último suspiro, una falta muy peligrosa al borde del área, y los charrúas aún conservan opciones de doblar el cabo de buena esperanza.
Como de costumbre Tabárez jugó con las cartas sobre la mesa en un libro abierto. Cumplió con los anunciado de víspera y dibujó un 3-4-1-2 con posesión que se transformaba en 5-2-1-2 al perder la pelota. En la faceta defensiva, los dos Pereira se replegaban por sus carriles para guarnecer los flancos de una zaga de tres centrales a la inglesa. En la dimensión atacante confió la batuta creativa a Nacho González con la misión de surtir de munición a Forlán y Suárez, poco afortunados anoche en la boca de gol.
Raymond Domenech se mantuvo fiel al sistema 4-3-3 que había ensayado con suerte diversa en los tres amistosos previos. La única novedad fue la entrada en el once titular como volante zurdo de Abou Diaby a costa de Florent Maluda. El jugador del Chelsea londinense pagó el exceso de brío empleado en el último entrenamiento a puerta cerrada en el que tuvo que ser llamado al orden por el seleccionador y por el capitán, Patrice Evra, por su agresividad en las entradas.
Ese comportamiento fuera de lugar inclinó la balanza en favor del chicarrón del Arsenal (1,88 m.), que esta temporada se ha lucido con los 'cañoneros' a los que ha regalado diez goles y seis pases decisivos.
Omnipresente Toulalan
Pero en el césped el protagonismo se lo arrebató el omnipresente Jeremy Toulalan, siempre bien colocado y rápido en el cruce, que probó el disparo desde la media distancia y hasta se impuso a los charrúas en el reparto de estopa, su tradicional especialidad.
El desarrollo táctico brindó un escolástico contraste de estilos en un choque de dos bloques compactos y solidarios. Los celestes brindaron la iniciativa a los 'bleus', anoche de vestidos de blanco, y fiaron la suerte al contrataque. Aunque Oscar 'Maestro' Tabárez se ha empeñado en reconciliar a los charrúas con el manejo de la bola, lo cierto es que predomina la inclinación atávica al juego vertical en largo con escaso contacto con el cuero.
Los franceses ofrecieron una imagen mejorada respecto a sus últimas comparecencias, aunque la nave al timón de Domenech siguió a escorada a babor. Las penetraciones de Ribéry por la izquierda, secundado por Evra, fueron el principal argumento ofensivo de un conjunto más sólido en la retaguardia.
Los europeos tiraron la línea defensiva muy arriba, recuperaron la pelota cerca de campo americano y cazaron con reiteración a Forlán y Suárez en la trampa del fuera de juego.
La simetría se tradujo incluso en los puestos que ofrecieron mayores dudas y nervios. Gallas y Lugano rivalizaron en errores impropios de su veteranía mientras que Sagna y Maximiliano Pereira se vieron obligados a emplearse a fondo para taponar las acometidas del rival por sus flancos. Tanta igualdad terminó por dictar una sentencia dictada de antemano. Estaban condenados a la nada.