Menos es más
Actualizado: GuardarEl nuevo Plan General de Ordenación Urbana confirmaba hace días la tendencia a la baja del censo capitalino. El informe, ratificado por el Ayuntamiento y difundido a través de este mismo medio en información de José Landi, arroja una luz densa y lacerante sobre nuestra verdadera situación demográfica, estimando el conjunto de la población gaditana, de aquí a seis años, en apenas 130.000 habitantes. Si, de esa cifra, descontamos a todos aquellos que, aunque siguen empadronados en la capital, viven, estudian o trabajan fuera de ella (como yo mismo hice durante un decenio), el panorama se antoja desolador.
Hubo un tiempo en que abandonar la tierra originaria era poco menos que una obligación entre los jóvenes británicos de clase media-alta, que, con su marcha, iniciaban una etapa educativa y de esparcimiento previa a la edad adulta. Nuestro propio Quijote lo constata: «Quien lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho». Pero, dirán ustedes, cuesta dejar el nido. La cultura del «mínimo esfuerzo» parece seguir siendo genuinamente andaluza, y específicamente gaditana. En su archiconocida Teoría de Andalucía, de 1932, el filósofo José Ortega y Gasset ensayaba ya un acercamiento al modelo de vida meridional que mantiene plena vigencia hoy día. «El andaluz -escribe Ortega- aspira a que su cultura se parezca a su atmósfera. (.) Prefiere trabajar poco, y también divertirse sobriamente, pero haciendo a la vez lo uno y lo otro, en un único gesto de vida». Tal vez por eso, concluye Ortega, todo andaluz tenga «la maravillosa idea de que ser andaluz es una suerte loca con que ha sido favorecido».
Cádiz, qué duda cabe, es siempre una ciudad proclive al ocio y a la vida gozosa y contemplativa. Quizá, en razón de ello, debamos reorientar nuestro modelo productivo hacia el concepto de «ciudad creativa», exaltando el deleite como principio estético, y convirtiendo así el ocio en nuestra mayor y más rentable fuente de riqueza. Cedamos de pleno derecho a Jerez el papel de impulsor empresarial que de hecho desempeña, para centrarnos en la oferta del ocio y en las industrias lúdicas. Deleguemos en ella la condición de capital financiera para erigirnos en una verdadera capital cultural, fomentando un turismo alternativo (al tinto de verano) que demande servicios de mayor estabilidad laboral y menor sometimiento a las estaciones. Sólo así quedará dilucidado el dilema latente en la conciencia de cualquier gaditano con un mínimo plan de expectativas, y aquellos que se fueron regresarán al cabo; pero esta vez será para quedarnos.