Griñán
Actualizado: GuardarEstamos en un hogar cualquiera. La hija sale de su habitación, se va a duchar por lo que tardará en volver. El padre harto de ir dándole a los interruptores, alza la voz. «Apaga la luz niña que hay que optimizar los recursos y no despilfarrar como hacen los Gobiernos». Luego apostilla sin preguntar «¡se queda alguien en tu cuarto durante la hora que te pegas en el baño!... ¡que esa es otra, con el gas a tope ¿No puedes cerrar el grifo en algún momento?, vaya tela estos jóvenes que se creen que las cosas las regalan», mirando a su mujer sigue sermoneando a la hija. «Tenéis que aprender que las cosas han cambiado y todo el mundo, como obliga ZP, tenemos que arrimar el hombro y los hijos deben hacerlo desde la administración domestica, ¿no crees María? Interroga a su esposa.
La mujer asiente algo distraída sobre el proceso de austeridad de su casa. En ese momento lee con interés el anuncio de Griñán sobre el esfuerzo fiscal para conseguir ingresos. Y ahora es ella la que reclama la atención del marido.
«Pepe, cariño, escucha lo que dice el presidente de la Junta; que pague más quien más tiene, subirá el IRPF a los que cobren más de 80.000 euros e irá aumentando según engorde la nómina.». «Por ahí es por donde debía haber empezado Zapatero», responde Pepe, «y atajar la reforma financiera que junto al derroche público tienen mucha culpa de esta crisis, que no nos quita nadie, hasta el 2012, por lo menos. Sin contar después el estancamiento y el retroceso en todos los derechos de los trabajadores que hemos tardado tan años en conseguir». María, sigue interesada por las medidas de Griñán.
«También toca a los bancos, le pone un nuevo impuesto y, oye esto, reducirán el gasto público; protocolo, coches oficiales. ¡a ver si es verdad!». Pepe enciende un cigarrillo, se ha propuesto dejar de fumar pero no lo consigue. Se acerca y lee por encima del hombro de ella; «este hombre», señala, «parece que va por derecho, tiene las ideas claras, no como el otro. A qué sabía lo que decía cuando soltó lo de; «porque ZP sea malo no convierte al PP en bueno». A María le da coraje que le lean por detrás el periódico. Le cede, pues, LA VOZ a su marido y este continúa leyendo, interesado, las nuevas medidas de Griñán.