La palabra viva de Miguel Delibes
Ramón García Domínguez amplía su amistosa «biografía conversada» del autor y confirma que no quedan inéditos
MADRID. Actualizado: GuardarLa palabra de Miguel Delibes sigue muy viva. Tres meses después de su muerte, el pasado 12 de marzo, Destino, el sello al que el maestro se mantuvo fiel durante medio siglo, ha vendido más de 250.000 ejemplares de la veintena de obras que ha reeditado. La editorial lo celebra coincidiendo con la publicación de una edición corregida y ampliada y de la «biografía conversada» del mejor valedor de la lengua castellana en el siglo XX. Es un tomo de casi 900 páginas que firma Ramón García Domínguez, amigo muy próximo del escritor, periodista y premio Cervantes, que ya publicó hace cinco años 'El quiosco de los helados', una aproximación biográfica desde el prisma más humano al autor de 'Cinco horas con Mario' y 'Los santos inocentes'. Amigo muy cercano, estrecho colaborador y editor de sus obras completas, García Domínguez asegura que no hay inéditos de Delibes pendientes de publicación y que tampoco verá la luz su extensa correspondencia.
'Miguel Delibes de cerca' es «una biografía personal y de primerísima mano, en la que, además de la aproximación a su obra, aportó la cercanía y el conocimiento de Delibes a lo largo de 40 años» explica el amigo con el que el escritor compartió durante décadas unos paseos con charla por el Campo Grande vallisoletano que comenzaban siempre en ese «quiosco de los helados». «Esas charlas que mantuvimos durante años son el soporte de esta biografía conversada en la que trato de poner de manifiesto la sintonía entre el hombre y el escritor», explica el biógrafo con el que vio infinidad de películas en las sesiones solitarias que su amigo Francisco Heras les preparaba en sus cines vallisoletanos.
Delibes dio por cerrada su obra con 'El hereje'. Con su salud minada por el cáncer del que fue operado con éxito, aún trató de tomar la pluma «por mero entretenimiento» explica García Domínguez. «Escribió unas 40 ó 50 cuartillas con letra muy grande, que pasadas a máquina daría para 6 ó 7 folios, bajo el título de 'Diario de un artrítico reumatoide'. Esas páginas no se publicarán.
Siguiendo su deseo expreso, vamos a dejarlas en absoluto y definitivo olvido» reclama García Domínguez. Tampoco verá la luz la extensa correspondencia de Delibes, «que jamás dejó una carta sin responder, pero que nunca se preocupó de archivar esas misivas». «Cuando se publicaron sus cartas con Vergés, editor de Destino, Delibes se avino de mala gana y cedió por su amistad con su editor de toda la vida, pero la publicación no era de su agrado», precisa su biógrafo.
El coñazo del Nobel
Delibes no conoció la vanidad. Al recibir el último de sus muchos galardones, la medalla de oro de Castilla y León, dijo con sorna que era «demasiado metal para mis débiles fuerzas» De ahí que no le quitara el sueño la posibilidad de recibir un premio Nobel de Literatura en cuyo favor hubo un movilización general en los últimos años de su vida, una campaña a la que se sumó la Real Academia Española, en la que ocupó el sillón e durante un cuarto de siglo.
«Hablamos de la posibilidad de que se lo concedieran pero, de manara muy realista, decía saber que no se lo iban a dar» aclara su biógrafo. «Su tesis era que el Nobel pasa cada determinado tiempo por un área idiomática, y que por España ya había pasado con la concesión a Cela, lo que suponía el reconocimiento a las literatura española de posguerra que el también representaba». «Aún así, le aterraba pensar que tendría que ir a Estocolmo. Un boato que, en palabras coloquiales, sería para él un coñazo», dice.