Podadores sin fronteras
La burbuja del ladrillo distorsionó la realidad con los andamios llenos como hormigueros
Actualizado: GuardarNo hay Gobierno que pueda salir indemne de un tijeretazo drástico al Estado del Bienestar, una rebaja histórica de las políticas sociales, una desprogramación de inversiones, un rejón implacable a los funcionarios con miles ya amortizados y además una subida de impuestos tras haber prometido lo contrario para dar nervio al consumo, pero eso es exactamente lo que ha hecho. Angela Merkel. Como proclama el inquilino del 10 de Downing Street sin soltar la podadora, los recortes de la crisis van a arrastrar incluso «el modo de vida». Desde luego los apuros de otros gobiernos europeos no avalan los errores poliédricos de Zapatero, pero matizan algunas cosas. El paro español es estructural, una patología endémica desde hace décadas aunque la burbuja del ladrillo distorsionara la realidad con el espejismo de los andamios llenos como hormigueros; pero al final los diagnósticos de la crisis y las terapias aplicadas se parecen más de lo que se quiere aceptar. Los españoles arrastramos una larga tendencia al pesimismo irredento, persuadidos de que ésta es una nación catastrófica salvo en un par de disciplinas deportivas, y aquí siempre se tira antes de la resignación o el cainismo que del coraje o el orgullo. Esa es una seña de identidad retratada cruelmente por Cánovas hace casi siglo y medio en el debate de la Constitución de 1876 mientras se discutía cómo definir a los españoles.
«Españoles son. -terció Cánovas- los que no pueden ser otra cosa».
Desde luego la oposición ya se ha tirado a la yugular del Gobierno y le han fabricado dos o tres eslóganes vitriólicos denunciando el recorte leonino que se ceba con los débiles. en Alemania. El guión demagógico se repite de país en país. Aquí un Gobierno keynesiano al final aplica el 'Pack' Bruselas de medidas impopulares y una oposición de derechas le zurra con el discurso de los desheredados, y allí se intercambian los papeles entre el Gobierno liberal de Merkel y la oposición socialdemócrata. Al final esto no trata de derechas o de izquierdas sino de estrategia electoral. El arsenal en las trincheras no es la ideología sino el marketing. Entretanto también los alemanes se han dado de bruces con la realidad: el programa con el que Merkel ganó las elecciones hace diez meses ya es papel mojado. Así que probablemente ni el Gobierno español es tan malo comparado con otros, ni la oposición española tan mala respecto a otras. Eso sí, tanto el Gobierno como la oposición son bastante malos, pero finalmente tanto como los empresarios, con un sentido de la innovación y del riesgo muy esclerotizado, o los sindicatos, agitadores aferrados a sus privilegios bajo la teta del Estado, o los trabajadores, con el record de improductividad y absentismo, o los medios...