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La metafísica de Giorgio Morandi
La Fundación Juan March muestra en Madrid las naturalezas muertas del pintor boloñésTres acuarelas y doce aguafuertes de Morandi resumen el espíritu metafísico que el pintor cultivó en gran parte de su obra
MADRID. Actualizado: GuardarLa fortuna de que Giorgio Morandi no dedicase todo su tiempo a su trabajo como comercial de exportación hace posible que la Fundación Juan March, en Madrid, dedique una de sus salas más exquisitas al pintor de Bolonia.
«Presentar selectas muestras de formato reducido» es lo que desde la Fundación pretenden con la inauguración del nuevo espacio, donde se exhibirán tres acuarelas y doce aguafuertes del pintor, todos naturalezas muertas, fechadas entre 1927 y 1962.
Morandi, nacido en Bolonia en 1890, viajó con 20 años a Venecia y Florencia, donde descubrió a los grandes maestros del Renacimiento italiano, como Masaccio, Giotto, Paolo Ucello y Piero de la Francesca, pero sería el francés Paul Cézanne su verdadero inspirador, lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta que es este pintor uno de los que tienen el honor de estar en el listado de «las 20 obras que hay que ver antes de morir», según un listado publicado por 'The Guardian' en 2006, con 'La montaña Sainte-Victoire vista desde Lauves'.
Giorgio De Chirico escribiría sobre Morandi: «Para mantener su obra en la pureza, de noche, en las aulas desoladas de alguna escuela elemental, enseña a los niños las leyes eternas del dibujo geométrico, el fundamento de toda gran belleza y profunda melancolía».
Efectivamente, entre 1913 y 1929 Morandi conseguiría una modesta plaza de profesor suplente en escuelas elementales de la región de Emili (Italia), como cuenta el que sería su amigo, además de una de sus influencias, quién siempre comentó que su obra se asociaba a la metafísica de los objetos más comunes.
Iconografía
Los bodegones sencillos de Cézanne sirvieron al boloñés para formarse una iconografía a base de vasos, garrafas, cafeteras, floreros, escudillas, o jarras de diseños puros, como vemos en sus óleos 'Naturaleza muerta' de 1914, 1956 o 1957, por poner tres diferentes y claros ejemplos.
Su relación con los futuristas por mediación de Osvaldo Licini, compañero de estudios, le lleva a asistir a la reuniones del grupo, entre los que destacan Marinetti, Boccioni y Russolo, y a presentar dos obras a la Primera Exposición Futurista Libre celebrada en Roma en 1914, si bien su 'afiliación' a esta corriente, que gustaba de superponer diferentes planos espacio-temporales e incluir ruidos para reflejar el dinamismo de la sociedad moderna, fue relativa, ya que seguía con sus preferencias de siempre, ampliándolas a Picasso y Braque.
De hecho, fue ese relativismo el que le permitió figurar en la segunda exposición de la Secesión Romana (1914).
Paulatinamente, se fue acercando al cubismo, buscando el objeto como pretexto e intermediario para conocer el mundo inspirado por un ensayo publicado por el historiador de arte Roberto Longhi, sin dejar de lado su importante actividad como grabador que comenzara en 1912, hasta que la Primera Guerra Mundial interrumpió su carrera.
Llamado a filas en 1915, Morandi enfermará gravemente y tendrá que ser hospitalizado. No se conservan muchas obras de ese periodo: pintaba poco y destruía mucho de lo que hacía, pero su salud quebradiza no le impidió llevar a cabo un profundo proceso de reflexión que, en 1918, desembocó en lo que conocemos como periodo metafísico, claramente visible en 'Naturaleza muerta' de 1919. «Sabemos que todo lo que podamos ver en el mundo objetivo, como seres humanos, nunca existe realmente como lo vemos y lo entendemos. La materia existe, claro, pero no tiene un significado intrínseco propio, como el significado que le atribuimos», comentaba.
No fue hasta el año 45 cuando se celebró su primera exposición individual en la galería Fiore de Florencia y ya en el 48 fue galardonado con el Primer Premio de la Bienal de Venecia, reconocimiento que se reafirmó de nuevo en el 57 con el gran premio de la Bienal de São Paulo.
Morandi, que falleció en 1964, es uno de esos pintores con museo propio, una corriente esta de los monográficos que surgió en Francia. Abierto en 2001, está ubicado en una sección del Palazzo d'Accursio, sede del Gobierno local de la ciudad donde vivió toda su vida y desde donde demostró cómo sus naturalezas muertas revelaban la esencia de sus obras.