Madoff cumple condena en la prisión federal de Carolina del Norte. :: AFP
Sociedad

Madoff no se arrepiente

El responsable de la mayor estafa de Wall Street, una celebridad en la cárcel, arremete contra sus víctimas

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Cincuenta y cuatro mil millones de euros estafados y muchas pequeñas y grandes fortunas esfumadas para siempre han servido para convertir al mayor timador de la historia de Wall Street en un infame villano repudiado en los cuatro puntos cardinales. De los días en que detalló ante el juez cómo se las ingenió para robar tanto y durante tanto tiempo queda la imagen de un Bernard Madoff hundido y «avergonzado» -según su propio testimonio-, pero sobre todo la de un hombre abandonado con quien nadie quería saber nada, ni siquiera los suyos.

Apenas doce meses después de su llegada a la prisión federal de Carolina del Norte donde cumple su condena, el financiero ha tenido tiempo de recomponer su ego arropado, quién lo iba a decir, por un buen número de internos que lo admiran de manera incondicional y que lo han convertido en una celebridad intramuros. Donde antes había un profundo sentimiento de culpa por el daño infligido a la sociedad, el Madoff de ahora se muestra libre de arrepentimiento y muy agresivo con sus víctimas, según testimonios de varios de los reclusos con los que comparte tareas diarias, y que han sido entrevistados telefónicamente por la revista 'New York'.

«¡Qué se jodan! Los he tenido que aguantar 20 años y a hora me han caído a mí 150», es una de las perlas del financiero trasmitidas por K.C. White, un ladrón de bancos que se sitúa como uno de sus colegas más cercanos.

Temeroso de que su estancia en la cárcel federal se convirtiera en un calvario, Madoff buscó al principio la manera de aislarse. Para su sorpresa, la mayoría de los internos no lo colocaron en ninguna lista negra sino más bien todo lo contrario. Habían seguido día a día sus peripecias criminales a través de la televisión y tenerlo ahora de compañero era un lujo, como cuando se comparten experiencias con los más respetados líderes mafiosos. «Hey, Bernie -le solían saludar cuando le tocaba barrer la cafetería-, te he visto en la tele». Para ganarse su confianza, el artífice del 'esquema Ponzi' no dudaba en saludar desde lejos y sonreir. «Ah, sí, ¿y qué dije?»

De su rutina entre rejas han salido detalles como los trabajos de mantenimiento en diferentes dependencias del centro, por los que cobra unos 14 centavos de dólar la hora, o que suele sentarse a cenar con un famoso criminal al que todos llaman 'Músculos'. En uno de los escasos rasgos de distinción que le quedan, Madoff es incapaz de momento de lavarse la ropa, por lo que paga 8 dólares al mes a otro interno que le hace la lavandería.

Fruto de sus diálogos con unos y otros, el reportaje abunda en testimonios indirectos donde se advierte cómo Madoff culpa a muchas de sus víctimas de su destino. «La gente simplemente se dedicaba a lanzarme el dinero», llegó a comentar en tono de reproche. «A veces alguien me pedía que invirtiera. Si yo le recomendaba no hacerlo, de pronto había como una actitud desafiante: 'Qué pasa, ¿es que no soy un cliente suficientemente bueno?».