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La huelga de autobuses se inicia hoy en medio de la alarma de los usuarios
Los impagos llevan a los empleados de Cojetusa a poner en marcha una huelga que, de lunes a viernes, se prolongará hasta el día 23 de julio
JEREZ. Actualizado: Guardar«Pues, hijo, son mis pies y mis manos», dice Micaela con desparpajo no exento de inquietud. Entre los usuarios que aguardan, en la plaza Esteve, a que llegue el autobús de la línea 11 cunden similares expresiones de alarma sobre la incidencia que, para sus respectivas vidas, traerá la huelga de los trabajadores de Cojetusa que hoy comienza. No en balde, la convocatoria señala, de lunes a viernes, un total de siete semanas consecutivas, hasta el 23 de julio próximo.
La falta de respuesta ante los impagos que sufren se mantiene. Pocas esperanzas existían, por otra parte, de que surgieran motivos para la desconvocatoria si se considera, además, una situación en la que la actual empresa concesionaria parece más fuera que dentro del servicio futuro. Y, para mayor preocupación, la previsión de Linesur en la sucesión para el transporte urbano se topa con que otra huelga, desde lunes 14 de junio, pende sobre la cabeza de ésta otra compañía, concesionaria del transporte rural.
Servicios mínimos
Pendientes aún de que fueran confirmados al cierre de esta edición, los servicios mínimos que esperan los trabajadores de Cojetusa señalan el funcionamiento de un sólo autobús por cada una de las 19 líneas, más un mecánico, un inspector y una persona de administración. Multiplicar ello por los dos turnos existentes cifran a aquellos de entre los 200 trabajadores que atenderán el servicio durante la huelga. Y los usuarios ya ponen de manifiesto su inquietud.
Juan Guzmán, en la parada de plaza Esteve, lo considera «fatal, sobre todo para los que tenemos ya una edad». A sus 68 años coge habitualmente la línea 3 unas tres veces a la semana. Pero se prepara porque «durante la huelga nos tendremos que quedar en casa, qué le vamos a hacer». Su queja va más allá y se eleva también contra el estado de los vehículos: «Los veo fatal últimamente».
A Rosario Almengló, por su parte, le parece mal la huelga «porque en la Plaza de Abastos no van a vender nada». Se trata de otra persona usuaria habitual que se verá mermada en su movilidad sin el servicio: «Sin autobús, yo por lo menos, no voy a poder venir». Lo que no discute es el motivo de la convocatoria de la huelga: «A ver si estas criaturas cobran ya».
También Antonio Trujillo comprende la medida pese a que «ahora soy más habitual del autobús porque ya soy pensionista y tengo las rodillas fatal». Y, con todo, confiesa su visión del conflicto: «Te voy a ser sincero: vamos a sufrir los usuarios, pero me parece bien para ellos (los trabajadores de Cojetusa). Ya está bien de cachondearse de los trabajadores».
Juana Romero, quien vende caracoles a la puerta de la Plaza de Abastos, mira por su negocio: «Después de que la venta está tan mala como está, si los autobuses no vienen por la huelga vamos a tener que quitar el puesto. ¿Con qué nos vamos a mantener si la gente no viene?». Y hace cábalas con la temporalidad de su producto en venta: «Queda este mes de junio de caracoles, hasta San Juan más o menos. Coincide con la huelga. No sé de qué vamos a comer».
Algo así piensan también los trabajadores de Cojetusa, quienes sufren una media de 2.500 euros de retrasos, los que se corresponden con una paga de mayo y la nómina de junio.