Artículos

ELLOS QUE PUEDEN

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay un cierto malestar por los premios pactados con los jugadores por sus presuntas victorias en el Mundial. Interferencias políticas influyen en el descontento y Esquerra Republicana de Cataluña, con el apoyo de IC, ha solicitado del Parlamento que limite la prima que recibirán nuestros futbolistas. Les parece excesiva la remuneración que percibirán por cumplir con su deber, que no es otro que hacer lo posible por ganar. Olvidan que el fútbol es la única actividad donde se premia a quien cumple con su deber, exceptuando algunas oficinas gubernamentales donde se instituyen premios de puntualidad para quienes lleguen a la hora en punto donde comienza su horario de trabajo.

Confieso que me parece muy bien que ellos, que pueden hacerlo, impongan sus derechos incluso antes de haberlos adquiridos. En España hay miles de muchachos que cuando empezaron a dar pie con bola aspiraban a jugar en «la roja». Sólo una docena tienen esa posibilidad, pero por cada uno hay centenares de frustrados, ya que el pedestal de cada triunfador se edifica sobre derrotas ajenas. El monosílabo coral, que en otros tiempos fue «Dios», ahora es «Gol». Nadie lo pronuncia, mejor es decir lo exclama, al unísono tan acompañado, salvo algún hincha solitario que tiene la tribuna en su sofá.

Se nos olvida que el llamado «deporte rey» tiene súbditos pobres. Muchachos esperanzados que abandonaron sus oficios y sus profesiones, dispuestos a hacer carrera, pero se encontraron con otros que corrían más. La profesión, que es vocablo que viene de fe, arroja en el fútbol un inmenso proletariado. Sólo una élite ha convertido el ocio en un negocio. No le regateemos las recompensas. La Federación Española es una empresa privada donde todos somos socios. Lo que habría que vigilar es la selva autonómica y las ganancias de los que siempre están en fuera de juego.