TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

UNA CAJA FUERTE PARA CÁDIZ

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Tras el fracaso en la fusión entre Unicaja y Cajasur y después de que Cajagranada haya apostado por la fusión fría a través de un Sistema Institucional de Protección (SIP) con cajas de ahorro ajenas a la comunidad autonómica, todos los indicios apuntan a que un acuerdo de futuro entre Unicaja y Cajasur no sólo resultará conveniente sino inevitable. Otra cosa distinta será la temperatura final de dicho matrimonio de conveniencia. En el mar revuelto de las cajas de ahorro, en plena cuenta atrás para que concluya a mediados de este mes el plazo de ayudas públicas a este tipo de operaciones por parte del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), la decisión sobre el futuro de esas dos grandes cajas andaluzas no tiene que someterse a dicho calendario, ya que el volumen y los activos de ambas entidades les eximirían de semejante apoyo.

Resulta reveladora la indiferencia que la provincia de Cádiz suele mantener ante estas maniobras vitales para el futuro económico de este territorio. Ya ni siquiera, abundan los cajólogos, los filósofos cajeros; una figura en extinción desde que se llevaron a cabo las fusiones que, en su día, afectaron a la Caja de Ahorros de Jerez, asociada primero a la de San Fernando y luego unidas en Cajasol, o a la Caja de Ahorros de Cádiz, que constituyó uno de los pilares fundacionales de Unicaja. Aunque en los consejos de administración de una y de otra sigue existiendo notable presencia gaditana, cabría preguntarse si esa aparente pérdida de interés local por tales negociaciones obedece al hecho de que sus sedes centrales ya no estén en Jerez o en Cádiz sino en Sevilla o Málaga. ¿No resulta tal hipótesis un tanto peregrina cuando en tiempos globalizados poco importan cien kilómetros? Lo preocupante sería que la desidia obedeciera a la perdida de peso de la economía global de la provincia o, peor aún, en la perdida de interés por recobrar protagonismo en una de nuestras principales trincheras económicas y territoriales.

Mientras la Caixa catalana corre que se las pela consolidando su posición a la cabeza del ranking español, Unicaja ha bajado posiciones en volumen de activos -del 8 al 11-tras la absorción de la Caja de Jaén. Y Cajasol, tras fusionarse con Caja de Guadalajara, baja un escalón en ese mismo palmarés hasta situarse en el número 12. Aunque no cabe duda de que se trata de una situación temporal hasta tomar carrerilla y optimizar sus actuales recursos, no deja de ser un paradójico símbolo de que en el ámbito de las fusiones quien no corre vuela.

Andalucía necesita cajas fuertes y Cádiz también. Varios acontecimientos han alertado sobre el nerviosismo político que rodea a la situación de impasse que vivimos tras el fracaso en la fusión entre Unicaja y Cajasur, con la intervención de esta última entidad por parte del Banco de España. Así, por ejemplo y como ha denunciado el gaditano Luis Pizarro, consejero de Gobernación, resulta llamativo que los administradores nombrados por el Banco de España para fiscalizar a la caja de Córdoba antes de sacarla a subasta se entrevisten con Javier Arenas en una maniobra que, a su juicio, tiene más que ver con el oportunismo político que con una adecuada gestión de la crisis. Y es que el PP de Arenas se encargó de poner zancadillas a la fusión con Unicaja y apostó por la intervención del Banco de España que, en cualquier caso, va a hacernos perder un tiempo precioso a todos los andaluces.

Claro que Pizarro, en este caso, tampoco olvidó emplazar al socialista Antonio Jara, presidente de Cajagranada, para que explique bien a los andaluces por qué se ha decidido por una fusión fría con Cajamurcia, Caixa Penedés y Sa Nostra. Ahí son los populares quienes hablan de «desbarajuste» socialista y de «daño irreparable» a la economía andaluza. Pero los conservadores también han sacado los pies del tiesto ante un simple relevo en el seno de Unicaja. ¿O no es tan simple? Y es que el pasado martes se consumaba la dimisión del director general de la entidad, Miguel Angel Cabello, que había sido clave en la fallida negociación con Cajasur. Y a pesar de que, según todos los indicios, Cabello ya había anunciado con tiempo su deseo de abandonar la entidad, el nombramiento de Manuel Azuaga como sustituto no ha gustado ni chispa al PP. El conservador Manuel Atencia, vicepresidente de la caja, junto con otros dos miembros del consejo de administración, mostraron su malestar por escrito y en público ante el presidente Braulio Medel, por como se había llevado a cabo el relevo. A su vez, los socialistas - y en especial el consejero Pedro Fernández-han insistido en que la norma a seguir en tiempos revueltos tendría que ser la de la discreción.

Lo preocupante del caso, tanto en Cádiz como fuera de la provincia, estriba en que en este asunto los andaluces andamos más perdidos que en la célebre serie televisiva que acaba de finalizar. Y es que hemos pasado del concepto de Caja Unica al de Gran Caja y que este duerme el sueño de los justos por varios motivos: primero fue por cuestiones internas de Cajagranada, luego vino la estrategia gradual que pasaba por Cajasur y ahora quizá haya que precipitar el acuerdo entre las dos grandes. Pero, en el entretiempo, asistimos a un claro posicionamiento del PP que parece anteponer la tajada política a un mayor sentido de responsabilidad. Sin embargo, tampoco el PSOE lo está haciendo como para salir a hombros: diversos consejeros autonómicos se han contradicho ya en el análisis de la situación actual, mientras que se desconoce la hoja de ruta final que hayan elegido la titular de Economía Carmen Martínez Aguayo o el presidente José Antonio Griñán. Este último, esta misma semana, repitió que la Junta no se pondría en exceso nacionalista a la hora de las fusiones. Ocurrió horas antes de que Cajagranada, bajo presidencia socialista, aprobara el miércoles suscribir el protocolo de integración para crear un SIP en una estrategia dirigida desde Murcia, bajo presidencia del PP. Y todo ello después de que el pasado año el gobierno autonómico vetara la fusión de Cajasur con Cajamurcia.

La duda hamletiana sobre lo que ocurra en el futuro estribaría ahora entre esperar o no a lo que resulte de la intervención de Cajasur. Por cierto, en las horas que siguieron a dicha acción, dentro de Cajasol hubo quien acarició la idea de apostar en la futura subasta por dicha entidad. Luego, llegaron los desmentidos. ¿Recuerdan Falcon Crest?