El club Bilderberg
Actualizado: GuardarLa primera vez que oí hablar de este tipo de organizaciones sumamente sigilosas, por no decir secretas, que mueven el mundo en sus finanzas y en su política, tendría yo unos dieciséis años. Un tanto precoz, para estas cosas, me dirán los lectores, pero en aquella época, y en algunos colegios, era bastante normal. No fue del club Bilderberg, sino de una organización muy parecida, la Trilateral. Teníamos un profesor de Historia que gustaba de introducirnos en estas cuestiones de la vida política presente en sus derivaciones habituales en clase. Don Manuel nos hablaba del poder en la sombra y nos recordaba aquella escena de una serie que entonces estaba reciente en la única televisión que había en España. 'Capitanes y Reyes', se llamaba. En ella un joven e idealista candidato que iniciaba su vida política, Rory Armagh, se enfrentaba a su padre, quien le confesaba que todos sus esfuerzos podrían ser vanos ante una organización a la que él pertenecía, que era la que realmente movía los hilos del poder global. El joven Armagh le decía al padre que aquello se acabaría cuando él pudiera hacer algo. Al poco tiempo, moría asesinado. Aquel fue mi primer contacto con este tipo de organizaciones como Bilderberg, ese selecto y hermético club mundial que parece controlar en la sombra todo lo que se mueve en las altas esferas, y que estos días se reúne en un Hotel de Sitges. Para hablar en él han invitado a Zapatero. De entrada, sorprende que un presidente tan demócrata y de tanta virtud cívica republicana, de cuya filosofía y herencia histórica se considera un discípulo fiel, gracias a las lecciones de su maestro Pettit, acceda a hablar en un cenáculo tan profundamente antidemocrático, que veta a la prensa su entrada, que no emite comunicados, y que rodea sus reuniones cuasisecretas de un halo de misterio muy poco compatible con la debida publicidad que debe imperar en sociedades democráticas. Pero en una reflexión mas pausada, dicha sorpresa tiende a desvanecerse. En realidad, no es nuevo que Zapatero diga y piense unas cosas y luego haga otras. Incluso puede llegar a creerse que, dado el poder que Bilderberg parece tener, nuestro presidente comparezca en su reunión intentando un último y supremo esfuerzo de apoyo institucional. Aunque sea a costa de traicionar sus presuntos ideales.