Los marineros portuenses han pasado un invierno muy adverso, sin apenas salir a faenar por el mal tiempo y los paros biológicos. :: L. R.
EL PUERTO

Pescadores contra viento y marea

Los armadores han pedido a la Junta que se cambie el horario de verano para recuperar las ventas perdidas por el temporal y la crisis El sector ha perdido un 30% de actividad en dos años por las restricciones europeas y los costes

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«Ya somos como los peces. Si nos sacan de la mar, nos morimos». Son las doce de la mañana y Nordin se esmera en la pintura de su embarcación. Es marroquí, tiene 45 años, pero lleva doce en España. Le acompaña Ramón, de 62 años. «Es un trabajo muy duro, pero no sabemos hacer otra cosa».

Las restricciones europeas, el encarecimiento del combustible, el escaso margen de beneficios. han lastrado este sector en El Puerto en al menos un 30% menos durante los dos últimos años. De los 1.500 pescadores que faenaban en los años setenta quedan unos 200, que a su vez generan unos 1.000 empleos indirectos: grúa, capadores, fábrica de hielo, combustible... «Pero nadie toma el relevo. Y esta es una profesión más, que debería enseñarse en las escuelas». Antonio Ares, el presidente de los armadores portuenses, explicó que el último caballo de batalla para conseguir un mayor rendimiento del trabajo son los horarios. La Dirección General de Pesca de la Junta de Andalucía ha establecido que la salida a faenar sea a la una de la madrugada, y el regreso a las 22.00.

A la espera de una respuesta

Pero este sistema deja demasiado margen de tiempo entra la descarga del pescado y su preparación para la venta en la lonja. El género pierde frescura. Su planteamiento pasa por salir a las 4.00 y regresar a la una de la madrugada del día siguiente, para volver a salir a las 4.00 de nuevo. «Es una paliza, sí, pero hay que aprovechar. Hemos pasado meses muy malos, entre los paros biológicos y el temporal, que nos ha tenido al menos dos meses en tierra. En verano hay mucha más demanda y este es nuestro sustento».

Los armadores han remitido una carta a la Junta con esta petición, pero aún no han obtenido respuesta. Al coste del gasoil y el margen que pierden en la lonja -un kilo de chocos se vende a tres euros y en el mercado, a ocho o nueve-, se ha sumado ahora el descenso en el consumo a cuenta de la crisis. «Hay muchos padres de familia en el paro con 400 euros para echar el mes. No pueden comprar pescado. ¿Para darle dos acedías a cada niño?».

Otro problema, la competencia desleal del género procedente de otras latitudes, sobre todo de Marruecos y de Italia. «Mezclan el pescado de allí con algo de aquí y lo venden como si fuera todo de la Bahía. Ahora es tiempo de caballa, sardina y boquerones... Y la calidad no es la misma, pero hay mucha picaresca. El consumidor de a pie no se da cuenta, nosotros sí».

David, de 25 años, dejó el Ejército para trabajar en la lonja. Junto a un compañero se encarga de lavar todas las cajas donde se transporta el pescado.

«Los compradores nos dejan las cajas a partir de la una de la madrugada y todo tiene que estar limpio a las siete de la mañana. «Dos años llevamos esperando un tren de lavado, que vale 50.000 euros. Queremos que la Junta nos lo subvencione. Es un trabajo grande para dos personas, y tampoco da para vivir».