Iglesia y comunicación
Actualizado: GuardarEs notorio que la Iglesia comunica mal, bueno en realidad es que no comunica nada. Esto no es una cosa reciente, viene de los primeros tiempos y trae su causa en una peculiar adaptación al mundo de la comunicación del mandato evangélico de que «tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda». Este criterio fue suficiente, mientras la realidad no era percibida a través de lo que nos cuentan los medios de comunicación, pero desde que esto es así, no comunicar tus noticias te convierte en invisible y aun peor, son otros -las más de las veces los que te tienen poco o ningún cariño- los que lo hacen por ti, la consecuencia es obvia: lo único que sale en la prensa sobre la Iglesia, o es malo o es peor.
La única ocasión, en tiempos recientes, en los que la Iglesia no ha aplicado la referida extensión del mensaje evangélico, ha sido con motivo de la campaña «X tantos». Los resultados están a la vista; un rotundo éxito. En el momento en el que la Iglesia se ha decidido a contar lo que hace la respuesta ha sido extraordinaria. Bastó con que explicara en qué se iba gastar el dinero que se obtuviera al marcar la casilla, para que la sociedad, 7 millones de declaraciones, respondiera masivamente. Bastó, en fin, que la Iglesia dijera lo que es y lo que hace: entre otras muchas cosas, la mayor ONG de España y la que más recursos dedica a actividades sociales, sanitarias o educativas.
A la vista está que dejar en manos de los demás lo que uno tiene que decir, no es buena idea en el mundo en el que vivimos y hacerlo por entender que la discreción debe presidir la enorme acción social de la Iglesia, se ha revelado un criterio erróneo. La Iglesia debe entrar de lleno y sin complejos en el mundo de la comunicación corporativa, tiene que hablar a la sociedad, y debe hacerlo tanto por quienes nos sentimos parte de ella, como para que quienes la ven desde fuera, la conozcan. Pero para que esto sea realmente eficaz, debe hacerlo con profesionalidad y no con mero voluntarismo.