Ciudadanos

La difícil práctica de la democracia

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El estallido de inestabilidad en la UGT provincial durante los últimos ocho meses demuestra la dificultad que aún sufren organismos públicos y colectivos para aplicar la teoría democrática a su práctica diaria. El sindicato, roto en dos desde el congreso de septiembre, ha quedado descabezado porque ambos sectores han utilizado legítimas herramientas democráticas que la otra parte ha entendido como agresiones.

El episodio que desembocó en las dimisiones comenzó en la cita de San Roque, a finales de verano de 2009. Las dos candidaturas enfrentadas estaban encabezadas por Pedro Custodio, que aspiraba a la reelección, y por Antonio Pavón, ex colaborador suyo. En aquel encuentro ya surgió el germen de las renuncias.

Los de Pavón recogieron «las denuncias que corrían entre la mayoría de afiliados» sobre gastos excesivos de Custodio a cargo del sindicato. Los chismes sobre el uso del móvil y las comilonas o las copas ya eran moneda común. «Expusimos esa situación en el congreso y el propio Custodio nos dijo que, si teníamos dudas, fuéramos a la comisión de garantías», asegura un integrante de la candidatura alternativa, la de Pavón, la que perdió por el exiguo 48% frente al 52% del reelegido. Miembros de la ejecutiva ganadora, ahora dimisionaria, afirman que «la victoria sería corta pero fue legítima y la candidatura de Pavón nunca la aceptó. Empezaron a enredar desde la misma clausura». Primera acusación de mala praxis democrática.

«Sí que la aceptamos, cada uno se fue a su puesto de trabajo y dimos por bueno que Custodio era nuestro secretario provincial. Nos olvidamos. Hasta que el 1 de diciembre se produjo una revancha sucia y cruel». Segunda acusación similar, en este caso en dirección contraria. Esa supuesta venganza a la que se refieren los de Pavón es el despido fulminante de varios trabajadores de la Fundación Sociolaboral de UGT. La mayoría, miembros de la candidatura alternativa. Fue considerado improcedente y sujeto a indemnización por la Justicia, pero reabrió todas las heridas. En la ejecutiva de Custodio consideran que «eso no tuvo nada que ver». Al otro lado se considera 'casus belli'.

Ambos sectores admiten que la discusión que desencadenó en un despacho fue violentísima y casi llegó a las agresiones. Desde entonces, tres meses de constante difusión de los gastos. La tarea fiscalizadora de una oposición en la sombra trabajó a destajo en Internet, en el boca-oreja y en los medios de comunicación. La comisión de garantías, otra vía legal a la que recurrir, reforzó sus teorías. Dejó los gastos que Custodio cargaba al sindicato sin sanción pero se los reprochó en la resolución definitiva. Tras nueve años en el cargo, no resistió el desaire de su propia dirección. Venía a decirle que se cortara con el uso del dinero de UGT.

Esa victoria moral, a través de cauces internos democráticos, venció al secretario provincial. «Cansado, hundido y harto» tiró la toalla el jueves 20. Le dijo a Pastrana que se iba.

El responsable regional, que le había exigido el fin de las hostilidades en una reunión en Algeciras, en abril, ni siquiera trató de convencerle. Ya le veía superado, incapaz de reconducirlo. Le dijo a Fernández Sevilla que se iba a Cádiz. A poner orden.