Tribuna

Cádiz debate sobre el periodismo del siglo XXI

COORDINADOR EJECUTIVO DE LA FIP Actualizado: Guardar
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Futuro y ética del periodismo. Dos palabras muy ligadas a la profesión y que centrarán los debates del Congreso de la Federación Internacional de Periodistas, que -en su lema congresual- asume estar «en contacto con el futuro». Pero, ¿qué es la mayor organización mundial del periodismo?

Fue creada en París en 1926, y refundada en los años 50, para agrupar a los periodistas de los países que defendían una cierta idea de prensa «libre», por oposición a aquellos en los que el régimen político imponía una prensa «adscrita» a uno u otro tipo de sistema de partido único.

Por el contrario, los periodistas que fundaron la FIP expresaron bien sus principios: respeto a la verdad, defensa del derecho de los ciudadanos a formarse su propia idea sobre las noticias. El periodista puede criticar, y está en la obligación de hacerlo, pero nunca con la intención de vejar, ni de herir. Deberá pesar los datos, no deberá precipitarse cuando pueda afectar a terceros. Respetará sus fuentes y defenderá, cuando sea preciso, secreto profesional y la cláusula de conciencia. Rectificará cuando una información suya se demuestre errónea.

Todo eso está en la Declaración de Principios de la FIP, que aprobó su Congreso de 1954. Esos principios, enmendados en 1986, condenan el plagio, la discriminación y la calumnia. Se ha dicho que los medios de comunicación deben ser el perro guardián de las libertades ciudadanas.

Sin embargo, ese ideal se ve diariamente manchado por la intromisión y la presión que se ejercen desde el exterior.Y no sólo -como se cree ingenuamente- por parte de los grupos políticos, económicos e institucionales. No hay instituciones y políticos siempre perversos y, por otro lado, asociaciones cívicas, ciudadanos, siempre desinteresados.

Y vivimos hoy una innegable crisis de los medios de comunicación, debida a la situación financiera, pero también a la disminución de las tiradas y de los ingresos publicitarios. También a la evolución de las nuevas tecnologías. Se cree demasiado en que las fronteras del oficio se pierden. El periodista corre de un lado para otro, cada vez en peor situación material, tratando de hacer una versión escrita para el papel, otra para la Red, una tercera con elementos audiovisuales. No le queda mucho tiempo para medir, reflexionar, valorar.

Porque no se trata únicamente de contarlo el primero, sino de contarlo bien. El móvil o la Red, no seamos ingenuos, difunden elementos de la verdad y, con no menos frecuencia, intoxican. La FIP mantiene una campaña permanente de defensa de los ejes fundamentales. Tiene el expresivo título de 'Iniciativa por un Periodismo Ético'.

Porque mientras el ruido de los propios medios parece alejarnos del ideal, en Filipinas, en noviembre, se producía la mayor matanza de periodistas de la historia. Un total de 32 periodistas fueron asesinados en la provincia de Maguindanao el día 23 de noviembre. Y en países como México, Iraq, Honduras, Rusia o Colombia, muchos periodistas mueren por empeñarse en informar verazmente.

Fue emocionante comprobarlo el domingo 23 de mayo en el excelente programa 'En Portada', dirigido en TVE por José Antonio Guardiola y titulado -muy significativamente- ese 'Maldito oficio'. Emocionante ver las respuestas de la rusa Politkovskaya, vilmente asesinada meses después de la entrevista que le hizo nuestro colega J. A. Guardiola. Lo mismo podemos decir al escuchar a Pedro Cárdenas, colombiano, que ejerce el periodismo entre amenazas -diríamos, cercado- por sus denuncias.

Según el informe de la FIP referido al año 2009, un total de 139 periodistas perdieron la vida en todo el mundo por ejercer su oficio.

Otros sufrieron persecución o exilio. La FIP mantiene un Fondo de Seguridad, que funciona con aportaciones de instituciones, particulares y de sus afiliados, para ayudarles. Otro fondo, que se beneficia de la cooperación con la Fundación Vintu, para ayudar a familias de periodistas asesinados.

Mientras, las organizaciones de periodistas afiliados a la FIP, batallan por los consejos de redacción, porque el periodista tenga un salario decente, porque se respeten sus derechos como autor. Porque la concentración de los medios, los cambios tecnológicos acelerados y la situación interna en las redacciones respeten el pluralismo y el código de principios del que hablábamos antes.

En el Congreso de Cádiz se presentará un gran informe sobre el futuro del periodismo. Lo han elaborado un grupo de «sabios» o expertos de todos los continentes, entre los que se encuentra el profesor Rafael Díaz Arias, de la Universidad Complutense. Ahí están las ideas y el debate sobre cómo el espejo refleja hoy el periodismo. ¿Es periodista quien escribe una bitácora (blog) en la Red? ¿Lo es porque tiene un diploma expedido por una facultad de periodismo? ¿Lo que se difunde en Twitter, Facebook y las redes sociales puede ser considerado periodismo? ¿Cómo afecta eso a los profesionales que quieren referirse al código de principios de la FIP?

Todo eso estará en el Congreso de la FIP, en Cádiz, y en la conferencia previa que tendrá lugar el martes en San Fernando, en el Real Teatro de las Cortes. También las cuestiones políticas, internas, organizativas de la propia organización. Un debate intenso y lleno de perspectivas diferentes. En Brasil, el diploma de periodismo sirve para defender la dignidad de la profesión y su reconocimiento social. En el mundo anglosajón, la mera idea de que un diploma es necesario -para ejercer el periodismo- parece opuesta al ejercicio de la libertad.

Los congresos de la FIP son apasionados. En Cádiz, esa pasión creadora estará presente de nuevo, inscrita en el Bicentenario de la Primera Ley de Prensa española (1810) y de la Constitución de 1812. Me precio de haber defendido la candidatura gaditana en el seno del Comité Ejecutivo de la FIP, pero este congreso sería imposible sin el trabajo intensísimo, eficaz, vital, de la Asociación de la Prensa de Cádiz.

Por todo ello, estoy seguro, de que será un gran congreso en la larga historia de la FIP. Aunque el lector puede estar seguro de que -aunque haya alguna chirigota- los congresos de la Federación Internacional de Periodistas nunca son un balneario.