Amal y Madav
Actualizado: GuardarAmal era un pobre rico, pues era feliz sin prácticamente nada. Se cuenta que fue una soleada aurora de primavera cuando llegó desde Occidente al poderoso reino del Rey Madav en Oriente Medio. Era Amal un vagabundo que predicaba con desaforado amor la armonía filosófica del ser humano con la naturaleza.
Todas las mañanas los niños del lugar escuchaban entusiasmados las hazañas y desventuras de Amal, e incluso muchos padres quedaban impregnados por la cadencia de su perezosa voz. Fue un día, cuando dijo a la muchedumbre que su casa tenía los techos más altos que los techos del dorado palacio del Rey Madav.
Éste, que envidiaba a Amal por ser tan admirado por el pueblo, ordenó a sus soldados quemarle los ojos, para que no pudiera ver más aquellos lejanos mares y los colores silvestres de las llanuras de los confines, esos que Madav no sabía ver.
Ahora, incluso ciego y con los ojos vendados con blanca seda, Amal continuó reuniéndose con los niños para hablarles de las antiguas canciones y poesías indias. Éstos aprendían sus cancioncillas y las canturreaban por las calles y plazas. Llevado por la ira, Madav ordenó a los soldados de su corte cortarle una oreja y la lengua a Amal, para así privarle de predicar lo que más amaba: la poesía de la vida, esa poesía que Madav no sabía escuchar ni sentir. A las pocas auroras, Amal enfermó y murió.
Fue entonces cuando el Rey Madav respiró feliz, pero poco le hubo de durar su dicha, pues al siguiente día todos los niños y mayores se siguieron reuniendo en la plaza que llamaron 'La Plaza de Amal', para cantar y recitar las historias de Amal. ése que tanto amor les había regalado. Fue entonces, sólo entonces, cuando resignado por su desdicha, el Rey Madav comprendió que el único ciego, sordo y mudo. era él. Sólo él.