Un poder en entredicho
Actualizado: GuardarLa Justicia viene exponiéndose durante tantos años a la controversia y a la división que su situación ha pasado a inquietar a una ciudadanía que ya mira con desconfianza a los jueces y a los tribunales. La descarnada confrontación protagonizada por los dos principales partidos, PSOE y PP, y el implacable marcaje al que se han sometido mutuamente desde los años noventa se ha reflejado tanto en el órgano de gobierno de la judicatura como en la enmarañada serie de litigios que han ido de la política a ámbitos jurisdiccionales y viceversa. Pero las instituciones de la Justicia no hubiesen sido contaminadas tan fácilmente por la conflictividad política si ésta se hubiese topado con una judicatura más celosa de su propia independencia como poder del Estado y menos condicionada por el protagonismo que adquieren sus asociaciones, en ocasiones muy por encima de su representatividad. Claro que el propio sistema de elección parlamentaria del CGPJ induce a un encuadramiento de sus integrantes, encuadramiento que ha alcanzado al Tribunal Constitucional. El ruido generado con cada controversia no sólo dificulta deslindar las cuestiones judiciales de los conflictos extrajudiciales ante la opinión pública, sino que las propias instituciones se ven arrastradas por tan perniciosa confusión.