EL PERFIL

JOSÉ MARÍA GUERRERO CASTILLO

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Si usted se cruza por la Avenida de Andalucía con José María Guerrero y advierte el paso firme y regular con el que anda, no piense que, preocupado, huye de algún peligro inminente, ni que, presuroso, se dirige a algún destino concreto, sino que, por el contrario, esa manera de caminar constituye la explicación de su concepción de la vida humana. Y es que a José María le gusta recorrer las sendas ya pisadas de antemano, para reconocer los rincones conocidos y para reencontrarse con las personas más queridas. Él está convencido de que aprender es recordar y repasar, y de que vivir es revivir. Por eso disfruta releyendo los libros, evocando y reinventando, una y otra vez, los episodios de su niñez y las anécdotas de su juventud. José María -excelente jugador de ping pong- posee no sólo un sentido lúdico de la existencia sino también una notable rapidez de reflejos y una singular habilidad para orientar los livianos golpes de la vida con tino y con agilidad. Por eso afronta los episodios como lo hacen los deportistas que, de manera permanente, se entrenan para ganar y, también para perder, porque él no duda de que, las derrotas, si sabemos asumirlas con una actitud serena y positiva, también nos estimulan para seguir creciendo. Por eso él, mantiene intactos su tesón, su entusiasmo y su afán de superación. Hombre esforzado y voluntarioso, aunque pierda en algunas jugadas, no se dar nunca por vencido. Abstraído y, a la vez, atento, posee esa cortesía retraída de los deportistas que adoptan una actitud entre dubitativa y ensimismada. A mí me llama la atención, su peculiar manera de suavizar con los gestos y el tono de voz la importancia de sus conocimientos y la autoridad con que los transmite. José María posee el buen gusto entendido como discreta actitud frente a los problemas humanos; por eso trabaja con seriedad y vive con elegancia, por eso actúa con dignidad y reacciona con nobleza. Su imagen es la ilustración gráfica de la posibilidad de seguir creciendo incluso en la madurez, y es que él es uno de los seres privilegiados que saben vivir sin llegar a envejecer, sin que los dolores o las enfermedades logren deteriorar el ritmo de sus pasos.