opinión

En su sano juicio

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Hay quienes quieren salvar al euro y hay quienes se empeñan en hundir a Garzón. La tarea les será más fácil a estos últimos, que eran los primeros en jalearle cuando el juez combatía en otros frentes. El Poder Judicial lo echa de la Audiencia y otras personas se echan a la calle en su defensa. Todo confirma que los españoles no estamos en nuestro sano juicio.

Quizá España esté más dividida que nunca, pero también es probable que esté tan dividida como siempre. En todo caso siempre será más fácil condenar a Garzón que salvar al euro. El papel del primero estaba siendo excesivo y eso propicia rencores, pero el papel moneda es todavía más rencoroso. Las Bolsas tienen serias dudas acerca de la recuperación de nuestro país y el FMI insiste en que podemos acumular el mayor déficit del mundo. Debemos agradecerle a Grecia que no hayamos alcanzado un honroso último puesto. La suspensión del juez se ha producido por unanimidad, pero la caída del euro dista mucho de afectar a todos por igual. Siempre hay amnistías para los más ricos. Un problema muy complicado, ya que tampoco es justo «castigar la excelencia». Está dentro de un orden lógico que paguen más los que más tienen, pero no que las paguen todas juntas. A mí siempre me dan envidia los que tienen que pagarle a Hacienda 40 millones al año. Claro que ellos envidian a los que, con las mismas ganancias, su declaración les sale negativa.

Leo a Quevedo para consolarme. «Ahíto me tiene España, provincia si antes feliz». Lo cierto es que hemos tenido una larga temporada en la que nos llevábamos casi bien. Parecíamos hermanos de leche, pero qué leche vamos a ser hermanos. Aquí cada uno es de su padre y de su madre, sin contar con los especuladores habilísimos ni a los políticos ineptos que nos han metido en este lío, que no tiene padre ni madre patria.