La piratería, un negocio rentable
El aumento y la sofisticación de las falsificaciones han puesto en alerta a la PolicíaLos profesionales advierten de la poca conciencia social sobre un delito que no está censurado por la ciudadanía
JEREZ. Actualizado: GuardarCuando comenzó el auge de las nuevas tecnologías, pocos podían sospechar que lo que se presentaba como un oasis de ventajas orientadas a mejorar el ocio y el nivel de vida del ciudadano se volvería un arma de doble filo utilizada para todo tipo de fines ilícitos. La piratería ha encontrado en la red de redes y las máquinas más sofisticadas de falsificación toda una bicoca que está centrando en los últimos años buena parte de los esfuerzos policiales.
El problema, entre otros muchos, es que hoy en día se trata de un delito rentable, por lo que los agentes han de estar alerta y concienciados de los peligros que conlleva y de lo fácil que le resulta al pirata explotar su actividad y seguir formando parte de la sociedad de manera más o menos normalizada. La formación es uno de los pilares básicos en los que se apoyan los profesionales de la seguridad, por lo que la Confederación Española de Policía junto con el sindicato CSIF organizó el pasado miércoles el XIV Congreso sobre Delitos contra la Propiedad Intelectual en Jerez, que contó con la participación de centenares de funcionarios de todo el país.
Una de las cuestiones que se debatió en el foro fue el auge de una conducta delictiva para la que no existen penas elevadas y sí muchos beneficios a nivel económico, ya que mueve miles y millones de euros. Normalmente, los que la practican ni siquiera pisan la cárcel y se enfrentan a multas que resultan ínfimas comparadas con sus ganancias. «Con la revolución digital -explicó el magistrado Julio Guerrero- se ha facilitado la labor de los piratas, porque permite copias idénticas, no como las antiguas fotocopias o las copias de vídeos, y tiene un efecto multilplicador».
No en vano, España se encuentra entre los diez países más piratas del mundo y ello ha conllevado una enorme pérdida de puestos de trabajo que está haciendo que las grandes empresas se replantean el negocio en el país y huyan a otros sitios en los que la costumbre del copiar no esté tan extendida. Y es que otro de los grandes problemas reside en la escasa concienciación social sobre este asunto, puesto que la piratería se ha convertido en algo aceptado por la ciudadanía y practicado de forma masiva, tanto a pequeña como a gran escala.
Variantes
«No hay conciencia social de la gravedad de este tema -se lamentó el inspector de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta), José Antonio Robles-. Deberíamos educar a la ciudadanía desde la escuela, como ocurre con los delitos medioambientales». En lo que respecta a las variantes que existen, actualmente se falsifican cosas tan diversas como tabaco, que resulta especialmente perjudicial para el consumidor; medicamentos (en España el 2% de los mismos son un fraude, especialmente en el caso de la viagra); piezas de vehículos o juguetes.
En estos campos, no obstante, parece que la sociedad sí está algo más sensibilizada, lo que no ocurre con las prendas de ropa, los complementos y sobre todo las obras musicales y de cine. La modalidad de piratería a través de Internet es precisamente la que más está subiendo frente a la bajada de la física. Probablemente el ciudadano de a pie no sea consciente, y el desconocimiento es una parte fundamental del problema, de que él mismo comete un delito cada vez que se baja de la red alguna canción o una película.
Únicamente permite la ley el tipo de copias para uso privado y siempre partiendo de un original que se haya comprado o adquirido de forma lícita. En cuanto a los que se dedican profesionalmente al arte de la falsificación, cada vez son más las bandas organizadas y estructuradas jerárquicamente compuestas fundamentalmente por personas de origen chino que están afincadas en Levante y Madrid, así como un importante foco de senegaleses en Granada, que desde allí abastecen al resto del país.
Su forma de proceder, como relató el inspector Robles, se ha modificiado en los últimos años, pasando de los bloques de pisos que utilizaban como fábrica y almacenaje pero que resultaban poco discretos en mitad del casco urbano, a chalés ubicados en las afueras con garajes desde los que sacan directamente el material sin necesidad de ser vistos.
En estos inmuebles cuentan con las llamadas 'tostadoras', que son las máquinas especializadas dedicadas a las copias en serie que elaboran en el caso de las películas, por ejemplo, tras haberse camuflado en una sala de cine con una pequeña cámara y un micrófono en la cazadora, que graban lo que luego terminan reproduciendo a gran escala. Estos aparatos funcionan de diez en diez y consiguen vender copias de productos que normalmente valen 20 ó 30 euros por sólo 5 ó 6.
Lo que ocurre es que las grandes perjudicadas son las empresas de renombre, por lo que «la gente tiende a hacer la vista gorda y se pone incluso de parte de los denunciados», argumentan los profesionales, en especial en el caso de los inmigrantes que se ponen al frente de los conocidos como top manta. A pesar de ello, la piratería no deja de ser una estafa que está despojando de calidad al producto y que, a largo plazo, también irá en detrimento de los consumidores.