EL TRANVÍA

UN DÍA PARA LA HISTORIA

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El de hoy va a ser, sin duda, un día que pase a la historia de Jerez. Para lo bueno o para lo malo. Será el día en el que se obró el milagro o en el que se acabó escapando cuando más cerca estuvo. La ciudad se vestirá de azulina y vibrará con el Xerez. Y lo hará a pesar de que juegue a más de mil kilómetros de distancia el partido más importante de su historia: el que servirá para mantenerse en la gloria o, en su defecto, para devolverle al infierno de la Segunda División.

El fútbol regala en ocasiones demasiadas dosis de injusticia. Y condicionar el balance de la temporada de estreno del Xerez en Primera al resultado que se obtenga hoy sería incurrir en una de ellas. Está claro que con Ziganda en el banquillo resultó un fracaso, mientras que con Gorosito ha sido un éxito. Aunque también sería injusto que todos los méritos recayesen en el entrenador argentino. Que sí, que puede que haya sido el principal responsable, pero la plantilla también ha tenido mucha culpa. Los jugadores ya demostraron de lo que fueron capaces cuando Esteban Vigo era el técnico azulino y obraron el 'milagro' del ascenso en circunstancias quizá más adversas que las actuales, y ahora han vuelto a hacerlo. La entidad sigue siendo un caos y la incertidumbre marca su día a día. Hasta el propio Gorosito, valiente y honesto él, lo dice. Por eso tiene aún más mérito lo que todos ellos han conseguido, independientemente, insisto, de lo que los resultados deparen en la tarde-noche de hoy.

Hoy dependemos de algo tan intangible como es la suerte. Será necesaria para lograr el objetivo, aunque para depender de ella será necesario que antes el Xerez gane en Pamplona. La verdad es que no parece demasiado descabellado que se den los resultados que deberían darse. Y, en tal caso, la ciudad volverá a vivir otra jornada para la historia. El éxtasis será total y se desatará la locura colectiva. No creo que nadie dude a estas alturas que, al menos, se lo merece.

(PD: «Si pudiéramos siquiera dibujar con las palabras la mitad de un sentimiento, quizá se entendería el porqué de mil lamentos; el dolor que nos obliga a reír mientras lloramos. Si pudiéramos lanzar las emociones al aire, nos entenderían mejor. Quitarse lo absurdo y dar lo profundo. Se haría con el corazón. Pero hay cosas que se guardan en algún rincón del alma, donde el lenguaje no arrastra instrumentos ni palabras. Donde nacen las poesías, el amor, la fantasía. Donde cada ser humano difiere del que está al lado. Frases que nunca explicamos que se escapan de las manos. Donde todos refugiamos el tesoro más preciado: nuestro mundo justificado». Lo cantan Los Galván y este cronista suscribe de la primera a la última palabra. Así sería todo mucho más fácil. O maravillosamente más complicado, según se mire. ¿Que a qué viene esto? No estoy seguro, pero posiblemente en breve pase algo que lo justifique. Seguro que algún lector/a avizado/a sospecha por dónde pueden ir los tiros).