
El borrón del escribano Alonso
Mark Webber partirá primero tras conquistar la sexta 'pole' para Red Bull en seis asaltos posibles y la segunda consecutiva para él El piloto asturiano comete un error, rompe el chasis del Ferrari y hoy saldrá último en Mónaco
MÓNACO. Actualizado: GuardarUna mínima brecha de veinte centímetros en una carrocería de fibra de carbono arruinó el fin de semana de Fernando Alonso en Mónaco. Una herida apenas perceptible en la distancia que no retrataba con rotundidad el violento impacto del español en la rampa de subida al casino más famoso de Europa. Alonso estrelló el Ferrari contra los barrotes y todo se fundió. La posibilidad de rotura del chasis -una entre cien- sucedió durante los entrenamientos libres de la mañana. El estrés carcomió a los empleados de Ferrari, que tenían dos horas y media para reparar una avería (cambiar el esqueleto del coche) que en condiciones normales ocupa cuatro horas. Y el tiempo se echó encima. Lo que pareció un accidente sin mayores consecuencias eliminó finalmente al asturiano de la sesión de formación de la parrilla y lo condenó a salir hoy el último, desde las profundidades del 'pit-lane'.
«Ha sido un error mío», zanjó Alonso antes de que los foros de Internet y todos aquellos que esperan su fracaso con la escopeta de perdigones en la mano se llenasen de soflamas en su contra. El mejor escribano echando un borrón en el circuito de referencia.
«Ha frenado tres metros más tarde», explicó Marc Gené, piloto del 'staff' Ferrari y ahora comentarista de La Sexta, después de analizar la telemetría. Un fallo en el expediente inmaculado de Alonso, poco proclive a manchar su trayectoria y mucho menos a echar balones fuera. Desde que ha llegado a Ferrari, asume la culpa con mucha más naturalidad que antes. Es la tercera vez en seis carreras vestido de rojo que admite su debilidad como ser humano y deportista. Lo hizo con el cálculo fallido de la lluvia en Malasia, con la salida en falso de China sin semáforo libre y también ayer, con el golpe en las vallas monegascas.
«He fallado yo», mantuvo en la primera declaración. «Ha sucedido un poco de todo. He bloqueado el freno de la rueda delantera izquierda y el coche se me ha ido recto. Los neumáticos duros necesitan más vueltas para calentarse y no se frena igual».
Sucedió a las once y veinte de la mañana y, entre la grúa y la llegada del coche al garaje, a los empleados de Ferrari les quedaban dos horas más o menos para arreglar el desaguisado. Panorama peliagudo porque el cambio de chasis requiere una reconstrucción del coche en tiempo récord: el cableado, la caja de cambios, el sistema hidráulico, los pedales, el sistema de frenado... casi todo.
Antes, en la época de la abundancia, no había problemas. Ferrari, como los otros grandes, traía un coche reserva -el 'muleto'- equipado de serie para la competición. Cambiaban uno por otro y fuera. Después, la reducción de costes implicó que se trasladaban las piezas por separado. Un chasis completo podía ser sustituido por otro. Ahora, no. Ahora, los empleados tienen que darse la panzada y reparar los daños.
Cascos en los tímpanos
Alonso no disputó la clasificación y su rabia concedió una imagen inhabitual: los cascos rojos en los tímpanos, los brazos cruzados y el garaje de fondo. Alguien le preguntó si le estaba afectando la presión de haber fichado por Ferrari y las ansias de ganar y el español sacó la vara: «Si a estas alturas debo demostrar que no afecta la presión... Mejor cambiamos de conversación. Esto es como un portero de fútbol. Haces diez paradas buenas y fallas una y tu equipo pierde, y todo el mundo se queda con el fallo», contestó Alonso.
Mark Webber conquistó la sexta 'pole' para Red Bull en seis asaltos posibles y la segunda consecutiva suya. El fantástico Kubica impidió el doblete energético en la primera línea. Button, el líder del Mundial, selló una mala tarjeta, octavo. Toca remontada para Alonso al viejo estilo, al de Schumacher en 2006, cuando salió último y acabó quinto.