hablando claro

El inepto

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Era El Rey Carlos II de España, último de los Austrias, ha pasado a la historia con el sobrenombre de ‘El hechizado’, por sus dolencias epilépticas. Fernando VII fue llamado ‘El Deseado’, por las especiales circunstancias de su apartamiento del Trono en la Guerra de la Independencia a favor de José Bonaparte, impuesto por su hermano Napoleón como Rey de los españoles invadidos por Francia. Salvando las distancias y las contingencias históricas, José Luis Rodríguez Zapatero pasará a las páginas negras de la historia española como El Inepto. Llegó al liderazgo del socialismo español sin apenas carisma, sin dotes, con una irrisoria trayectoria intelectual y con una pobre, pobrísima, preparación como hombre de Estado. Ganó unas elecciones en medio de una conmoción de hondo calado, fruto de un brutal atentado fundamentalista aun no del todo aclarado.

Todavía eran tiempos de bonanza y de buen vivir de las rentas acumuladas por la gestión de otros gobiernos. Ganó otras elecciones cuando en el panorama internacional sonaban augurios y alarmas de que algo podía pasar. Pero sus asesores no se enteraron de nada, o no se quisieron enterar. Llegó la alarma general en Estados Unidos y él aseguró que nada sucedería en nuestras vidas, que la economía marchaba y que íbamos al pleno empleo imparables. Los sindicatos españoles, bien alimentados a costa de las subvenciones, aun dormían en el sueño acomodado de un Estado del Bienestar rociado de neoliberalismo. Saltaron más alarmas, pero el capitán de la nave, imbuido del republicanismo cívico recreado por su maestro Philip Petit, seguía impulsando el sueño de la libertad entendida como no-dominación, viajaba poco e impulsaba una política exterior que miraba a las avanzadas democracias hispanoamericanas de Evo Morales y Hugo Chávez.

La cosa ya pintaba mal y llegó la crisis para todos menos para nosotros. Se atisbaban brotes verdes, tallos jóvenes de prometedores trigos futuros, buena cosecha que Obama ampararía. Ahora Obama ya ha descolgado el teléfono para decirle que se acabaron las vacaciones, y el presidente español se ha quedado con el culo al aire. Al final, el héroe de la resistencia se ha tenido que levantar al paso de la bandera americana. Y como en el cuento, hemos visto que el emperador está desnudo. Pero el traje lo pagamos todos. Por inepto.