Sociedad

Las otras caras de Blas de Otero

'Hojas de Madrid con La galerna' contiene 161 poemas inéditos del autor vasco

MADRID. Actualizado: Guardar
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Cuando el 29 de junio de 1979 Blas de Otero, con 63 años, muere en Madrid de una embolia pulmonar, dejaba tras de sí una imagen de poeta popular que había luchado en las trincheras de la palabra contra la dictadura franquista. Esa fue una de las caras de su obra -la más divulgada-, pero no la única. El poeta nacido en Bilbao en 1916 es, como todos los grandes escritores, hombre de una rica complejidad. Y nada mejor para comprobarlo que leer 'Hojas de Madrid con La galerna' (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), un volumen con 306 poemas de los que 161 permanecían inéditos. «Blas de Otero se encontraba en un estatus de clásico apagado, arrinconado en la etiqueta de la poesía social», dijo Mario Hernández, autor del prólogo y experto en la obra del vate bilbaíno. «En este libro, sobre todo en los poemas inéditos, vemos a un poeta que enlaza con la tradición y también con la vanguardia, que se preocupa por un mundo más justo, pero que no le hace guiños al surrealismo y a todos minimalismo de la vida cotidiana», añadió Hernández.

A su vuelta de Cuba, en 1968, y durante diez años, fue acumulando en varias carpetas los poemas que iban a constituir su último libro. En 1973 fija el título definitivo: 'Hojas de Madrid con La galerna'. «A pesar de que había sido operado de un tumor, su mirada es serena y a veces humorística; hay una ausencia total de crispación», señaló Sabina de la Cruz, viuda del poeta y responsable de la edición. «Son textos desnudos, sin florituras, con una inteligente mirada sobre el mundo».

Blas de Otero escribía a mano, en cuadernos o en folios sueltos, y él mismo los pasaba a máquina en varias copias realizadas con papel-carbón. Las correcciones aparecen en estas copias y, excepcionalmente, en algún manuscrito. «Nunca daba por terminada su obra», explicó su viuda. «Volvía una y otra vez sobre ella; corregía en varios lapsos de tiempo y sobre distintas copias, lo que ha exigido un meticuloso examen del papel, la pluma o los bolígrafos (los utilizaba de varios colores) para determinar la última variante».

Admiración por Fidel

La primera sección del libro comprende los poemas compuestos en Madrid, a su vuelta de Cuba. Van encabezados con el título 'Cojeando un poco'. Los alumbró al poco de salir de la clínica, tras ser operado de un cáncer. La segunda parte aborda su viaje a Bilbao y la estancia en su ciudad natal. Se explaya con el mar, los paisajes de su infancia, la familia y los amigos. Los dos últimos poemas de esta sección describen un corto viaje a Barcelona para ser operado de nuevo y el recuerdo - en tono jocoso- de los hoteles que transitó a lo largo de su vida.

El regreso definitivo a Madrid, la conquista de la serenidad y el reencuentro con el amor abren las secciones tercera y cuarta del volumen. «Aquí hallamos poemas de teorización metapoética, una de las constantes de su producción», apuntó Sabina de la Cruz, quien describió al Blas de Otero como un hombre de una «gran honradez poética y literaria». Su viuda no mostró ningún tipo de reserva al indicar la admiración sentía por Fidel Castro. «Le admiraba a él y a la revolución que supo encabezar». Para convencerse de algo -desde lo más nimio a lo más trascendente- «tenía que sentirlo con todo el pecho; si no lo sentía así, desconfiaba», recordó su viuda.

'La galerna' constituye la parte final del poemario. El título se le ocurrió al propio Otero y alude a sus frecuentes estados depresivos, que compara con los vientos que se forman en el mar Cantábrico. «El amor, el humor y la libertad dejan una huella decisiva en estos últimos poemas, escritos desde la difícil serenidad que había conquistado en los años finales de su vida», apuntó Mario Hernández.