Editorial

Plan de ajuste urgente

Los recortes del Gobierno van en la buena dirección, pero hacen falta más medidas

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Si el miércoles pasado, tras su entrevista con Rajoy, Rodríguez Zapatero defendió su plan de ajuste, que había de extenderse durante el periodo 2010-2013 para no perturbar la incipiente recuperación, el viernes, durante la reunión del Eurogrupo en Bruselas, Sarkozy sugirió al presidente español la necesidad de tomar medidas adicionales para disipar la inseguridad y la desconfianza de los mercados. En la misma dirección se habían expresado la alemana Merkel y el BCE. Es lógico que la posición de España preocupe en Europa ya que el problema que provocaría la insolvencia de una economía del tamaño de la española sería incomparablemente mayor que el que ha generado la bancarrota griega. Tales presiones, unidas a los constantes rumores que han circulado días pasados y al fuerte descenso de la bolsa la pasada semana, llevaron a Rodríguez Zapatero a anunciar una comparecencia el miércoles en el Congreso para anunciar un conjunto de nuevas medidas de ajuste que serían incorporadas al presupuesto del año próximo. Pero el temor a que los mercados se ceben hoy, nuevamente, sobre España llevó ayer a la vicepresidenta Salgado a anunciar un endurecimiento del ajuste desde este mismo año: el recorte se incrementará medio punto en el ejercicio en curso -5.000 millones de euros- y un punto en 2010 -10.000 millones-, lo que dejaría el déficit previsto en el 9,3% este año y en el 6,5% el año que viene. El endurecimiento del ajuste va sin duda en la dirección correcta; sin embargo, es posible que no tenga los efectos deseados si no va a acompañado de actuaciones rotundas que expresen la firmeza de la decisión española. La rápida consecución de la reforma laboral, ciertas medidas de austeridad en las administraciones -congelación de salarios y plantillas de funcionarios, adelgazamiento de órganos asesores, etc.- y una revisión integral a la baja de todas las subvenciones públicas darían credibilidad a la austeridad que requiere la gravedad de la situación. Sin perder de vista, además, que las previsiones españolas de crecimiento -el 1,8% en 2011- son más elevadas que las que mantiene la mayoría de las instituciones económicas, por lo que no hay que descartar que el sacrificio futuro haya de ser aún bastante más intenso que el programado en estos momentos.