Cajas con cuerpo pero sin alma
ABOGADO Actualizado: GuardarLas cajas de ahorros se han convertido ahora en las cajas de Pandora. Tan problemática y acuciante es la cuestión que gobierno y oposición se han puesto de acuerdo al menos en la imperiosa necesidad de reforma del marco jurídico regulador de las mismas. Las distintas acepciones del término Pandora, a pesar de sus insalvables diferencias, pueden ser utilizadas para contextualizar el problema presente que sobre ellas se ciernen. Desde «el regalo de todos» a «la que da todo», sin menoscabar su acepción mitológica en cuya virtud y «según el mito este recipiente o caja contenía todos los males que aquejaban a la humanidad». Cambiemos humanidad por España y habremos perfilado adecuadamente la cuestión.
En el siglo XV los franciscanos habían creado los Montes de Piedad con el objetivo de conceder pequeños créditos. En el siglo XVI, el Concilio de Letrán posibilitaba el retorno de los mismos pero «sin ánimo de lucro y por razón de sus gastos e indemnidades». En los albores del siglo XVIII se implantan los Montes de Piedad con el objeto de abaratar los tipos de interés. En el primer tercio del siglo XIX nace la primera caja de ahorros, la Caja de Jerez de la Frontera, con funciones varias, desde la caridad como de búsqueda de respuestas a la creciente contestación social. Se pretendía fomentar el ahorro y al unísono convertirse en instrumento de previsión social. Terminaron por unirse en las postrimerías del siglo XIX los Montes y las Cajas, naciendo las cajas de ahorros y montes de piedad, sobre las que el gobierno de aquel entonces había promovido su fomento para que al menos cada provincia tuviera una. Desde entonces asumen una doble consideración de previsión social y financiero mercantil. El primero de sus objetivos se va desvaneciendo primero, con la aparición a principios del siglo XX de los primeros seguros sociales y en su segundo tercio del sistema español de Seguridad Social, por lo que termina triunfando a partir de entonces su componente económico financiero. La primera perversidad pública en relación con estas entidades financieras, cuando así son consideradas ya pasados los años sesenta, consiste en ponerlas a disposición del propio Estado para la asunción de la Deuda Pública originada por el déficit presupuestario en el que ya se incurría, frenando su capacidad crediticia ordinaria y estatutariamente dispuesta. Ya en el último tercio del siglo, el Estado que ahora se vertebra en comunidades autónomas y con el beneplácito del Tribunal Constitucional, las cajas hasta entonces españolas se convierten en cajas autonómicas, que actúan como entidades financieras al servicio de cada comunidad autónoma, cuando no al servicio de ciertos municipios. Si no que se lo digan a Jerez de la Frontera, por poner un solo ejemplo, cuando su Ayuntamiento, su Caja, su Encomendador o Virrey, eran todo uno y uno para todo, como Juan Palomo, «un cachondo al que todo le parecía un cachondeo». PP y PSOE pactaron y ya nunca sabremos los límites o fronteras del gobierno de la ciudad y los de la Caja, porque esos pactos esfumaron cualquier posibilidad de análisis de una nefasta y desastrosa gestión. ¿De dónde proviene el drama financiero del actual ayuntamiento de Jerez? Es evidente que de aquella época, sólo que ahora acrecentada por otra calamitosa gestión.
Volvamos otra vez a lo que realmente nos trae aquí hoy. ¿Las cajas con todo lo que han sido y son, tienen su 'cuerpo' realmente a disposición de su dueño? La Ley ha dispuesto su envoltorio corporal, pero sigo pensando que al legislador se le olvidó predisponer su alma al cuerpo. Vamos, que no tienen alma. Por eso se toman con frivolidad y hasta con cierta hilaridad, muchas de sus decisiones. ¿Si no por qué los políticos, el alcalde de Estepona por poner un ejemplo, solicita la intervención del secretario de Organización del PSOE en Andalucía, «conseguidor de créditos» cuando la vía de la ortodoxia crediticia para conseguir uno falla, por no ajustarse a los cánones de normalidad en su concesión? No hacen faltan más ejemplo, éste es lo suficiente ejemplificativo de cómo el sistema financiero que engendra las cajas de ahorros se encuentra condicionado al político de turno. Y como además dicen y yo lo ratifico, que los políticos no tienen alma, las decisiones de las cajas, están muchas veces supeditadas por intereses políticos sin justificación financiera que lo sostenga, podemos concluir que las cajas actúan con cuerpo pero sin alma.
Todo esto hace que a fecha de hoy no sepamos qué son realmente las cajas. Seguimos sin saber de quiénes son. Sólo sabemos que sus consejeros son políticos, que no suelen tener ni puñetera idea en la gestión de las mismas para así poder tomar decisiones racionales. Una mayoría de éstos, al menos aquellos que representan el 50%, se encuentran vinculados en cada comunidad autónoma con los distintos partidos políticos, proporcionalmente al número de votos obtenidos en las contiendas electorales. Mientras tanto los problemas acechan sobre las cajas haciéndolas cada vez más vulnerables, amén del riesgo contraído con la sobreexposición al ladrillo. Las nuevas circunstancias y aquellas que han dado paso a la crisis que aún padecemos, han desdibujados los propios perfiles institucionales de las cajas. Tanto es, que realmente podemos definir la situación como la simbiosis de un doble problema: el de la legitimación en la toma de decisiones y el de su propia identidad. Ambas consideraciones deben ser conectadas con la excesiva injerencia de los políticos en su devenir ordinario y las dificultades de capitalización que provienen precisamente de su particular naturaleza jurídica. La cuestión fue resuelta parcialmente en 2002 al incorporarse nuevos instrumentos de capital, conocidas como cuotas participativas. Yo abogo de momento por el incremento de las mismas hasta el 49% del capital y por supuesto con todos los derechos políticos que la tenencia de capital debe incorporar al título con carácter ordinario.
Me pregunto ¿Qué tendrán estas cajas que tanto excitan a los políticos? La respuesta no se hace esperar, «un cuerpazo». Lo del alma es lo de menos, para eso está ahora el FROB. Por eso los políticos no se conforman con dirigir su Obra Social, sino que insisten en dirigir la concesión de créditos y el sentido de las inversiones. ¿Consistirá en esto y no en otra cosa eso que se llama la erótica del poder?