El Barcelona salda sus cuentas
Con Navarro como MVP pasó por encima de un Olympiacos sin recursos suficientes para soportar el derroche de calidad de los blaugrana Los de Xavi Pascual logran su segunda Euroliga y el CSKA gana la consolación
BILBAO. Actualizado: GuardarSe veía venir. Parecía cantado. El Barcelona acudió a la Final Four de París con la etiqueta indisimulable de favorito. A diferencia de lo que rezan los tópicos, no malgastó energía alguna en rebatirlo. Es más, en boca de su icono, la 'bomba' Navarro -elegido este domingo con total justicia como primer MVP español en la historia de la competición- reivindicó la condición de figurar para el trío restante de implicados como el faro en la ciudad de la luz. No en vano la temporada que llevan los culés a sus espaldas les da todo el derecho del mundo para hacerlo. Si en el desenlace de la Eurocup en Vitoria quedó claro que el Valencia hablaba en serio, en la mega galaxia del baloncesto continental la Euroliga saldó la deuda pendiente con el Barça. Campeón. Segundo máximo galardón que ya reposa en sus vitrinas. Y en París tuvo que ser, donde la versión blaugrana futbolera -presente con una amplia representación en Bercy- hizo suya también la segunda 'Champions'.
No hubo margen de maniobra para un Olympiacos al que la crisis ha tocado de lleno. Con un presupuesto propio del balompié, el equipo del Pireo no ha logrado una concentración libra a libra de calidad suficiente a la que maneja con rigor y criterio Xavi Pascual. Una plantilla que lleva el sello de Chichi Creus, el director deportivo de moda en el continente por la claridad que tuvo para reforzar las bajas de los Ilyasova, Andersen y compañía con las contrataciones de Morris, Mickeal, Lorbek, Ndong y, claro, Ricky Rubio.
Los quilates barcelonistas embrujaron a los entregados ocupantes de las tribunas parisinas y cegaron a su rival griego. A diferencia de la semifinal con el CSKA -que acabó tercero al ganar en la prórroga 90-88 al Partizán-, el Barça no buscó el cuerpo a cuerpo, un tanteador bajo con el que tener controlado en todo momento la situación. Entendió Pascual que el Olympiacos sentiría más el dolor que conlleva el descaro, la apuesta por un basket fluido en ataque y contundente en los metros más cercanos al aro propio. Así fraguó en un pis-pas el Regal Barcelona la segunda mejor velada de su historia, compartiendo ciudad y oponente para restablecer el castigo injusto que recibió con el maldito tapón de Brankovic a Montero que le valió a los de El Pireo un trofeo de la máxima ley.
Con el acierto de Mickeal y la barrera insuperable de Fran Vázquez -con cuatro tapones al descanso- todo comenzó a ser más fácil. Los griegos, con sendos triples, dominaron 0-3 y 5-6 la situación antes de despedirse del título ya en el primer cuarto.
Defensa, rebote y ritmo era lo que se marcaba en la pizarra culé y fue lo que el equipo brindó con generosidad. Sólo el amor propio de Papaloukas buscó una reacción imposible en los primeros compases de la segunda parte. Pero fue en vano. Con Sada como soporte, el Barça no se dejó intimidar y acabó convirtiendo los minutos finales en una fiesta que a nadie le sorprendió. Y ahora va a por la Liga para cerrar el ciclo.