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EL 007 COMUNICA

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Al invicto agente Sean Connery le están persiguiendo los agentes de la propiedad inmobiliaria y los que trabajan en las minuciosas agencias recaudatorias. Los inspectores de Hacienda están obligados no sólo a cumplir con su deber, sino con el deber de los demás. Y hay mucha gente rica por su casa o por la Casa del Pueblo. Quiero decir que ha acumulado una fortuna gracias al favor del público, lo que siempre es lícito. Otros la han conseguido gracias a algunos señores particulares que tenían lo que suele llamarse «muchas influencias». Al actor le han intervenido más de 30.000 documentos. Un fallo imperdonable para quien aspira a no dejar huellas, pero la 'Operación Goldfinger' busca a ese tipo de personas convencidas de que Hacienda somos los demás.

El agente 007 siempre me ha caído muy bien, mucho mejor que sus sucesores, todos dignos de ser enemigos del Doctor No. En cada una de sus películas disponía de un harén de convictos y de algunos antagonistas afligidos por un evidente retraso mental. Se incorporó a mi galería de héroes para hacer cola junto a Flash Gordon, Pimpinela Escarlata y Zorba el Griego. Me preocupa, aunque no ocupe el primer lugar entre mis preocupaciones, que le imputen por la recalificación de su parcela y esté citado a declarar junto a su mujer y cinco astutos abogados.

Connery escogió la misma tierra y el mismo mar que yo para envejecer y eso me une mucho. Además ama el dry-Martini -movido, pero no agitado- y el atardecer sobre el mar. ¿Por qué se escogen, para dar ejemplo, a las personas que gozan de popularidad? Pasó con Lola Flores y ahora con la Pantoja. Dijo Victor Hugo algo que no se me olvida: «Vale uno más si sabe que lo miran». A los famosos, que no siempre son inmortales, les están mirando con lupa.