Clegg calma a los manifestantes que se plantaron frente a la sede de su partido para reclamarle que no claudique. :: REUTERS
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Cameron tienta a los liberales con dos carteras

El ganador de los elecciones intenta vencer los recelos del tercer líder británico Nick Clegg, que considera esencial la reforma electoral

LONDRES. Actualizado: Guardar
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Los conservadores habrían ofrecido las carteras de Interior y Transportes y el importante viceministerio del Tesoro en las negociaciones que mantienen con el partido de los liberaldemócratas para formar un Gobierno de coalición tras las apretadas elecciones del pasado jueves.

Dos equipos de ambos partidos, que comenzaron las conversaciones en la misma noche del viernes, tras conocerse los resultados, y que las siguieron ayer, se reunirán de nuevo hoy, aunque advirtieron que no se logrará un acuerdo antes de la apertura de los mercados financieros en la mañana del lunes.

El líder del tercer partido británico, Nick Clegg, sería el posible responsable de la cartera de Interior si las negociaciones prosperan, tras recibir el visto bueno de los parlamentarios del partido en una reunión mantenida ayer.

Clegg tuvo que salir del cónclave de diputados y lores y dirigirse con un megáfono a unos mil manifestantes, que se encontraban en Trafalgar Square, en el final de una manifestación en favor del cambio de sistema electoral, y decidieron marchar hasta el edificio próximo en el que se reunían los liberales. Aseguró a los manifestantes que quiere cambiar la política británica, pero no ofreció ningún compromiso concreto sobre las negociaciones. Los manifestantes se dispersaron pacíficamente.

Uno de los más influyentes políticos conservadores, Liam Fox, que encarna la versión más euroescéptica de los 'tories' de primera fila, advirtió en una entrevista que los liberales no pueden «chantajear» al país con la exigencia de un cambio en el sistema electoral, cuando no ha sido un asunto que se ha sometido a los electores.

Pacto de gobierno

El diputado y ex ministro Malcolm Rifkind expresó su sentimiento sobre la dificultad de un acuerdo, porque el líder de su partido, David Cameron, no puede cambiar la posición de su grupo en unas negociaciones de fin de semana.

Cameron había ofrecido el viernes, con el guión de lo que podía ser un acuerdo programático para gobernar juntos, la creación de una comisión de todos los partidos para estudiar el cambio del sistema, que es un asunto central para los liberales.

Clegg, casado con una mujer española, Miriam González, ha vivido una campaña electoral agridulce. Su aparición en el primer debate televisado elevó sus cifras de popularidad incluso por encima de las de los líderes de los dos principales partidos. Pero los resultados finales han causado una profunda decepción entre los seguidores.

A pesar de aumentar su voto en casi un millón de papeletas con respecto a 2005 y un punto porcentual, los casi siete millones de votantes de los liberales están condenados a tener, como ahora, menos del 10% de los escaños, como consecuencia de un sistema que beneficia a los conservadores o a los laboristas.

Pactar con los conservadores, con quienes no tienen grandes coincidencias programáticas, sin obtener algo más concreto que la creación de una vaga comisión, no parece un gran cambio en la política, como el que propone Clegg.

Pero la alternativa es gobernar con los laboristas y nacionalistas periféricos, en una 'coalición de los perdedores', quizás más inestable, pero en la que al menos existe la coincidencia con un sector del laborismo sobre el sistema proporcional.

«No nos vendas»

Un conductor gritó ayer al político liberal cuando llegaba a la reunión con sus correligionarios: «No nos vendas a los 'tories', Cleggy». A esa misma hora, la BBC decía que Gordon Brown y Nick Clegg habían mantenido una conversación telefónica acalorada en la noche del viernes, que habría confirmado al liberal en la imposibilidad de trabajar con el laborista.

No es el único. Un diputado que no había participado hasta ahora en conspiraciones, John Mann, pidió ayer a Brown su dimisión y afirmó que la credibilidad de una coalición 'lib-lab' quedaría dañada si el actual primer ministro sigue al frente.

Brown marchó ayer a Escocia mientras proseguían las negociaciones que aspiran a desbancarlo. Aunque su permanencia en Downing Street es la convención constitucional en caso de elecciones con resultado que no da mayoría absoluta, la idea de que él vaya a presidir un Gobierno en caso de fracaso de los conservadores hace aún más inviable la ya compleja alternativa, dadas las cifras de impopularidad que revelan las encuestas.

Las sutilezas del protocolo ya reflejaron ayer la nueva situación en Reino Unido. Congregados para la conmemoración del día de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, los tres líderes depositaron al mismo tiempo la ofrenda foral en la estatua, Cenotaph, de Whitehall. Hasta ayer, Brown iba por delante de los líderes de los otros partidos. En esta ocasión, Cameron iba además en el centro.