Goleada sin buen juego ni sonrisas
Los de Pellegrini reaccionaron sólo cuando el Sevilla acortó distancias para delirio de un Bernabéu que se quedó sin premio El Real Madrid vence más pendiente del Sánchez Pizjuán que del Athletic de Bilbao
MADRID. Actualizado: GuardarNunca una goleada del Madrid fue tan triste para su parroquia, que sufrió entregada y sólo mostró esperanzas cuando el Sevilla acortó distancias ante el Barça. Curiosamente, los de Manuel Pellegrini se vieron incapaces de hincarle al diente a un Athletic de Bilbao con diez hasta que llegaron esos goles en dos minutos de Kanoute y Luis Fabiano. A partir de ahí, los madrileños fueron un huracán que arrolló a los de Caparros, ya agotados por el esfuerzo y por ver cómo Europa se esfumaba.
Clásico partido de final de curso en el Bernabéu cuando el Madrid no depende de sí mismo. Cita donde la grada, el banquillo y los jugadores merengues estuvieron mucho más pendientes del Pizjuán que del Athletic. Y eso entraña serios riesgos ante cualquier adversario, y más todavía si los 'leones' se juegan su presencia en Europa y están dispuestos a vender cara la derrota mientras el físico les aguante.
Pellegrini fue valiente de inicio. Dejó en el banquillo a Kaká y apostó por Guti, con ganas de agradar en su casi segura despedida del Bernabéu antes de emigrar a otro fútbol más exótico para colgar las botas. El canterano intentó echarse el equipo a sus espaldas, tocar y abrir espacios. Por su parte, Joaquín Caparrós prescindió de Llorente y prefirió a De Marcos. Un cambio muy reservón.
Los 'leones' avisaron
La primera gran ocasión fue rojiblanca. Toquero ganó la espalda a su defensa pero Ramos pudo rectificar cuando el vitoriano ya se plantaba ante Casillas. Lo veía bien el Athletic, que no dudaba en hacer falta a Cristiano para frenar su ímpetu. Pero llegó una decisión muy controvertida de Muñiz. Disparo desde la frontal de Higuaín, mano de Amorebieta y penalti y expulsión. Duro castigo pero fiel al reglamento si el juez interpreta que la mano es voluntaria y el tiro va a puerta.
Como Cristiano no perdonó y el Barça ganaba todavía por la mínima, el madridismo mantenía esperanzas. Y su equipo pudo cerrar el partido pero se encontró con un Gorka inmenso, sobre todo al sacar una mano para desviar un tiro de Granero, más activo que en partidos precedentes. El Athletic se defendía como gato panza arriba pero a veces lanzaba algún zarpazo peligroso. Avisó Koikili de lejos y acertó Yeste en una gran acción individual en la que contó con la ayuda de la zaga local. Sólo le siguió, y sin fe, Ramos. Se plantó cerca del punto de penalti y desde ahí engañó al portero. Bojan ya había marcado el segundo gol azulgrana. Tanta desilusión había entonces en Chamartín que parte del público ya comenzó a desfilar por los vomitorios antes del descanso.
La segunda mitad estaba siendo una tortura para el Madrid. Con el 0-3 de los culés y el Athletic atrincherado, faltaban alicientes. No había esta vez mucho ánimo de épica. Incluso Cristiano aparecía más apagado que de costumbre. Pero, de pronto, llegaron esos goles hispalenses, las dudas culés, y el Bernabéu estalló. Se dieron cuenta los jugadores y en apenas un minuto marcó Higuaín. En pleno nerviosismo, el Athletic desapareció del mapa. Se fue del partido tanto que permitieron a Ramos, Benzema y Marcelo dibujarles una 'manita' exagerada. Pellegrini y los suyos esperaron a pie de césped el final del choque de Sevilla. Y se marcharon hundidos pero convencidos de que no han podido hacer más. Si el Barça no falla ante un Valladolid que se juega la vida, el título será para los catalanes. Y el Málaga también se juega la supervivencia frente al Madrid en La Rosaleda.