¿Hasta cuándo?
Seguir así es suicida y no sólo para Zapatero, al que sostienen con respiración asistida
Actualizado: GuardarAsumo el riesgo de escribir antes de saber qué ha dado de sí el encuentro entre el presidente Zapatero y Mariano Rajoy. No espero nada; o mejor, espero tan poco que no dejo espacio a la sorpresa. No participo de aquellos que desde la mala fe y la ignorancia encuentran también culpable de lo que pasa a Rajoy. ¿De qué tiene la culpa el de la calle Génova? Cuando lo han llamado a La Moncloa ha ido. Cuando le han pedido apoyo, lo ha dado. Hasta que un día, después de verse con Zapatero, echó mano de su cartera y ya no estaba en el bolsillo. La última vez que fue dijo al terminar que no sabía a qué había ido. Y eso es lo peor, no saber a qué se va cuando uno tiene cita con el presidente. Se lo he oído a Rajoy, pero también a algún banquero, a algún catedrático de economía, a algún compañero periodista.
Podemos culpar a Rajoy y hacernos trampas en el solitario. Y podemos decir que hoy es lunes. Negar la realidad es algo que practica Zapatero con verdadera vocación y el resultado lo conocemos. De todos los problemas que acucian al presidente el principal se llama desconfianza. Que no te crea nadie es un drama y, en todo caso, un acta de defunción política que no admite dudas. Sin la confianza de los españoles la gobernación de un país es imposible. Así como la ruptura de una amistad es siempre definitiva aunque se recuperen los modales, cuando se pierde la confianza en un dirigente no queda espacio para el retorno.
Por lo dicho, y si el temporal no amaina, si la Bolsas no encuentran el tono, si nuestra economía sigue instalada -injustamente- en la sospecha, si el paro no se frena, si no somos capaces de recortar el gasto público y reordenar el sistema financiero, entonces el ciclo está acabado inexorablemente y no sería exagerado considerar la posibilidad de que un adelanto electoral es medida conveniente y necesaria. O el médico toma decisiones o el enfermo muere. Seguir así es suicida y no sólo para Zapatero, al que sostienen con respiración asistida; lo será para el PSOE que se verá abocado a una de las crisis más importantes de su historia.
Decía que no esperaba nada de la cita en la Moncloa. Y lo mantengo. Zapatero, y no sólo él, han llevado las palabras al territorio en que no significan nada, o significan lo contrario. Sinónimos de confianza son palabras como tranquilidad, llaneza, decisión, determinación, seguridad, aliento, certidumbre, fe y empuje. Todo eso es lo que echo de menos en este momento. Queda nuestro ánimo y la voluntad inquebrantable de salir del pozo al margen de quien mande. Una situación así está cargada de riesgo, pero el esfuerzo será poco para que no se cumpla la maldición de Rafael Sánchez Ferlosio: Vendrán más años malos y nos harán más ciegos. No sé por qué estoy tan seguro de que Zapatero no sabe de qué libro hablo.