Deportes/Motor

Lorenzo y la psicología de convertir lo malo en bueno

En el capítulo alimenticio, lleva una dieta estricta para mantener el mínimo peso sobre la Yamaha

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Jorge Lorenzo es especial. Una persona fuera de la normalidad. Rompe moldes. No tuvo remilgos en reconocer la necesidad de un psicólogo que te obligue a convertir lo negativo en positivo. «De las derrotas siempre se aprende, de las victorias casi nunca», dice el mallorquín. Todos los errores que pueda cometer los digiere en datos de optimismo. Todos los problemas se transforman en aprendizaje para el futuro. Jorge no admite personas que sólo inspiren resignación o derrotismo. Eso es malo para alcanzar el título más grande del motociclismo o cualquier otro éxito mundial.

El secreto de un ganador es hablar siempre de hechos favorables. El ejemplo supremo de esta forma de actuación resultadista es ver lo bueno hasta de lo más terrible: «Si pasas mucha hambre, por ejemplo, hay que valorar que tu peso y tu línea serán perfectos. No tendrán grasas, colesterol ni enfermedades cardíacas», indican los psicólogos que trabajan con esta idea sobre los deportistas. Es decir: «El que no se consuela es porque no quiere».

El otro capítulo importante de la formación de Lorenzo es la alimentación. «No toma leche de vaca, sino leche de avena», indica Marcos Hirsch, su manager personal. «Hoy en día, la alimentación moderna no es nutritiva, desgraciadamente», se queja el hombre de confianza del aspirante al trono de MotoGP. El subcampeón del mundo equilibra diariamente los hidratos de carbono con una medición milimétrica, como las que Induráin llevaba cuando ganó los cinco Tour». El piloto de Yamaha, alto, fino, se somete a unos números estrictos de peso, músculo y nutrición para ser el sucesor de Rossi. No hace una concesión. «El peso también se nota en MotoGP», dice el balear. Hace un mes quiso perder tres kilos para estar al límite. El sacrificio es la puerta del éxito.