Puyol da rienda suelta a sus emociones después de que el Barcelona consiguiera ganar el importante encuentro en El Madrigal. :: EFE
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Golpe de autoridad en el momento clave

Messi reaparece con dos goles sensacionales que permiten a los de Guardiola dar un paso muy importante en su lucha por el título de Liga El Barça despeja las dudas de las últimas semanas y consigue un triunfo vital ante el Villarreal

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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El mejor Barça de Guardiola, ese que el año pasado coronó todas las cimas y consiguió levantar seis títulos que lo consagraron como el mejor equipo del mundo. Ese conjunto que funcionaba como una máquina, que rozaba la perfección y que siempre maravillaba con su capacidad para superarse.

Y, lo mejor de todo, en el momento más oportuno. El conjunto blaugrana sacó ayer su mejor versión ante el Villarreal y dio un golpe sobre la mesa en su lucha por conquistar el título liguero. Cuando muchos aventuraban un nuevo tropiezo culé, alimentado por el cansancio físico y psíquico de la plantilla tras la eliminación de la Liga de Campeones por el Inter de Milán, apareció el Barça de hace apenas unas semanas, ese que fue capaz de imponer su ley en el campo del eterno rival.

La victoria ante el Villarreal resultó como un bálsamo para un grupo herido y muy cuestionado. Los resultados de las últimas fechas ante el Espanyol y en la máxima competición continental habían puesto en entredicho a las estrellas que, apenas días atrás, habían sido colocadas en el Olimpo.

Por eso, lo mejor de todo lo ocurrido en la noche de ayer no sólo fue el resultado, que sirve para mantener el liderato una semana más, salva un 'match ball' importante e imprime un punto más de presión al Real Madrid. Lo más esperanzador es que las estrellas, hasta el momento desaparecidas, volvieron con más fuerza que nunca.

Messi vuelve a ser galáctico

Porque, tras los primeros minutos iniciales de presión local, en los que el Submarino Amarillo tuvo ocasión de adelantarse con un disparo de Nilmar tras mal despeje de Valdés que se fue por encima del travesaño, o con un lanzamiento a las nubes en un mano a mano del brasileño con el portero barcelonés en el que ya se cantaba gol, los azulgranas se hicieron con el control del partido y pronto encarrilaron el marcador.

A los 18 minutos Messi se sacaba una genialidad en el mano a mano con Diego López, a quien batía por bajo tras resolver un gran pase de Xavi que lo dejaba solo. El argentino miraba al cielo y se santiguaba, agradecido porque las cosas volvían a salirle después de sus últimas intervenciones en las que no estuvo nada acertado.

El tanto afianzó la moral del grupo, que había salido algo atenazado por la presión de las circunstancias. A partir de ese momento, el Barça le fue comiendo terreno al Villarreal, que lo intentaba con empuje pero sin ideas.

Las cosas se ponían mucho más claras cuando Xavi, rebasada la media hora, convertía el segundo gracias a un magistral lanzamiento directo de falta. Gonzalo derribaba a un sensacional Pedro en la frontal y el motor del equipo ponía el balón en la escuadra, donde no podía llegar nunca Diego López.

Eran los mejores minutos de los de Guardiola, que se vieron aderezados con un tercer gol que parecía dejar el choque visto para sentencia. Bojan recibía de espaldas en la zona de tres cuartos, se daba la vuelta, superaba a Gonzalo con un impresionante autopase y en el mano a mano con el cancerbero picaba el balón para introducirlo en el fondo de las mallas.

Llorente le pone emoción

Daba la sensación de que todo estaba hecho y en la segunda parte el Barça levantó un poco el pie del acelerador. El Villarreal lo intentaba tímidamente hasta que conseguía recortar distancias y ponerle emoción al choque, gracias a una genialidad de Llorente en el mano a mano con Valdés.

El tanto sirvió para espolear a los barceloneses, que volvieron a recuperar la posesión aunque sin la claridad y frescura de la primera parte. Busquets, que no había estado fino minutos antes al perder el balón que posibilitó la contra que originó el gol del Villarreal, se marchó por Touré para dar mayor contundencia al centro del campo.

Ese movimiento de piezas le salió parfecto a Guardiola, porque a partir de ese momento el Villarreal perdió el escaso peligro que había demostrado y el Barça se sintió mucho más seguro.

Cuando todo estaba visto para sentencia y el partido tocaba a su fin, Messi despejaba todas las posibles dudas antes de ser sustituido con su segundo gol, el cuarto del Barça, que confirmaba su mejoría y que daba media Liga a los culés.