Cartas

Sindicalismo en el siglo XXI

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La experiencia y los errores me han enseñado que el diálogo, la negociación colectiva y la responsabilidad en el seno de la empresa garantizan la cohesión social, la libertad y la dignidad de todos. Por todo ello es difícil comprender que en pleno siglo XXI el gerente del Cementerio Mancomunado, el señor Salvador García Palau, no respete la libertad sindical, la negociación colectiva y los derechos humanos. Es asombroso el liderazgo intelectual y político de este gerente que no sabemos si está en comisión de servicio o está con una excedencia y por cuánto tiempo. Su estrategia hace que los trabajadores sientan una actitud amenazadora de humillación y explotación con el único objetivo de abrir un proceso de despido a todo el que comente temas relacionados con su gestión, excepto cierto grupo de privilegiados. Respetando la presunción de inocencia cabe destacar la presencia del señor Julio Gutiérrez Guerra imputado en procesos penales y conocido por la policía judicial de la comandancia gaditana de la Guardia Civil y por el juzgado nº 3 de Chiclana. Es lamentable escuchar la voz angustiada de los trabajadores, algunos de ellos en tratamiento psiquiátrico, a consecuencia del acoso permanente al que están sometidos. Los ciudadanos en general y los de Chiclana en particular tienen el derecho de saber el drama social y laboral que están padeciendo los trabajadores. Por otra parte, habría que preguntarle al consejo de administración de esta empresa pública representada por todos los partidos políticos si están de acuerdo con la actitud de dicho gerente en pagar la cantidad de 105.200 euros por el despido de una trabajadora según consta en el acta de conciliación del juzgado de lo social nº 3 de Cádiz. Considerando que el equipo directivo del cementerio por ética y honradez política debe solucionar o mejorar la situación de los trabajadores ya que la estabilidad del puesto de trabajo, el equilibrio y los valores sindicales están amenazados. Las mariposas del mal y supuesta corrupción que revolotean por algunos despachos tienen que desaparecer.